Abundancia
Tras décadas inmersos en un ciclón consumista al que nos ha volcado el sistema de mercado que defiende Macron, el presidente de la República llama ahora a la sobriedad, advirtiéndonos a todos los seres del universo de que se acabaron los tiempos de la abundancia. Y lo dice con una solemnidad petulante el mismo tipo que hace unos días fue fotografiado a bordo de una moto de agua haciendo el ganso, explicando gráficamente que la austeridad que reclama es arbitraria, tanto como el dispendio al que dice querer poner fin. Porque en realidad, la penuria es una amenaza para millones de familias del hexágono. Hace ya unos cuantos años que un sondeo advirtió de que uno de cada tres niños franceses no puede veranear porque sus familias apenas si llegan a fin de mes. Entonces, como ahora, millones de hogares vivían bajo el umbral de la pobreza en esta República que pretende ser un referente económico y social. La abundancia de la que nos habla no es más que esa sociedad de consumo diseñada para el beneficio de unas pocas personas en perjuicio de millones a los que se venden ilusiones. Por ello, que ese sistema se vaya al carajo tendría que ser una buena noticia. Y no lo es, porque en realidad no van a dejar que nada cambie. Porque esa codicia suya que alimenta la pobreza ajena no tiene fin.