La muerte violenta de al menos cuatro personas tras presuntas discusiones políticas, dos de ellas el pasado fin de semana, y otras agresiones a militantes y candidatos desde el inicio de la campaña electoral en un polarizado Brasil son motivo de preocupación.

El ambiente de crispación ha obligado a Luiz Inácio Lula da Silva y a Jair Bolsonaro, que en la campaña de 2018 recibió una puñalada de un enfermo mental, a acudir a algunos de sus mítines con chaleco antibalas. A ambos les rodea un amplio dispositivo de seguridad, que en el caso del líder del Partido de los Trabajadores (PT) se ha reforzado ante la escalada de amenazas en su contra.

En la última conocida, ha entrado la Justicia con la aprehensión del teléfono de un sospechoso que en un correo electrónico comunicó al PT su intención de matar al antiguo dirigente sindical en Sao Paulo: «El cuchillo ya está afilado», afirmó en un correo.

La situación podría agravarse el día de los comicios en caso de una victoria de Lula en primera vuelta, escenario que no descartan las encuestas.

El primer caso grave ocurrió en julio, en Foz de Iguazú, donde un seguidor de Bolsonaro mató a tiros a un líder local del PT cuando celebraba su cumpleaños. El 7 de septiembre, otro bolsonarista mató a un colega de trabajo, seguidor de Lula, durante una discusión política, en una zona rural del estado de Mato Grosso.

Los dos últimos, el pasado fin de semana, se investigan también como crímenes de motivación política. En Ceará, un sospechoso entró a un bar, preguntó quién era votante de Lula y apuñaló a un hombre que dijo serlo. En otra riña en Santa Catarina murió un correligionario de Bolsonaro.

A estos casos hay que sumar diversas agresiones entre bolsonaristas y lulistas en medio de actos de campaña, además de episodios de violencia contra periodistas.

Apoyo a Lula

El expresidente de la Corte Suprema de Brasil José Celso de Mello, que se jubiló del alto tribunal en 2020 y en sus últimos meses en el cargo dirigió una investigación contra el actual jefe de Estado por su supuesta interferencia ilegal y política en la Policía Federal, anunció ayer su apoyo a Lula.

Un apoyo que se suma al del también exjefe del Supremo Joaquim Barbosa, quien en 2007 dirigió un juicio por corrupción contra aliados de Lula y el martes declaró su voto en un vídeo con fuertes críticas a Bolsonaro.