Iratxe Fresneda
Docente e investigadora audiovisual

De nuevo, Marilyn

La creación del mito de Marilyn, su proceso de gestación como estrella de cine, caminó paralelamente a su evolución vital. Marilyn fue el estereotipo de mujer que Hollywood elaboró para un momento concreto de la historia de EEUU. Su imagen ha quebrado las barreras del espacio y del tiempo y, en cierto modo, ha escapado al control de sus creadores. Hollywood dibujó un modelo de mujer blanca, rubia, sexual, pero que no resultaba agresiva. Pretendieron presentarla ante la cámara como un personaje divertido pero no especialmente inteligente como para dañar “la autoestima masculina”. La idea consistía en crear una “femme fatale”, pero con una mentalidad infantil que no resultara fastidiosa.

El desarraigo de Norma Jean Baker, acompañado de una timidez que la llevaba a tartamudear en público, hicieron de su infancia una época difícil. Siempre en busca de su identidad, del cariño y de la aprobación de los otros, tras un matrimonio prematuro a los 16 años, su descubrimiento como modelo de fotografía no se hizo esperar. Según Laszlo Willinger, uno de los primeros en fotografiarla, cuando veía una cámara, se iluminaba y se convertía en otra mujer. Y ese talento se fue desbordando de portada en portada hasta llegar a Hollywood.

Los estudios explotaron su sex-appeal hasta aprisionarla en papeles cargados de infantilismo y sin promover sus evidentes cualidades como actriz de comedia. A pesar de todo, su talento brillaba.