Mikel INSAUSTI
DONOSTIA
CRÍTICA: «HOPPER OILASKOERBIA»

Un híbrido animal que ha de aceptarse a sí mismo

El estudio de animación belga nWave, con Ben Stassen al frente, da un paso más en su expansión internacional más allá del mercado francófono con “Hopper et le hamster des ténèbres” (2022), que ha costado veinte millones de euros. Su acabado técnico es bueno, pero en esta compañía europea saben muy bien que si quieren competir con el gigante americano hay que trabajar los guiones. Para ello han entendido que no hace falta todo un equipo de escritores, por lo que ha sido David Collard en solitario el que se ha encargado de adaptar las historietas gráficas del Chris Grine, consiguiendo el objetivo principal de ganarse al público infantil, y de paso a sus acompañantes adultos. El discurso de fondo sobre las diferencias que nos hacen especiales, y cómo aprender a aceptarlas, e incluso sabiendo potenciarlas, llega alto y claro al receptor.

El protagonista es un híbrido animal entre pollo y liebre, que está tan acomplejado por ello que intenta esconder sus plumas y patas de ave por todos los medios. Por si esto fuera poco, se esfuerza en ser explorador como su padre adoptivo, lo cual le genera demasiada presión. La odisea que emprende será un viaje iniciático de aprendizaje, y cuando llegue el momento del peligro sus otras capacidades le servirán de gran ayuda, haciéndole comprender que debe aceptarse a sí mismo tal como es, con lo bueno y con lo malo.

Como este “polloliebre” es el raro, parece justificado que sus compañeros de aventura resulten más arquetípicos, y así hay una tortuga que ejerce de consejera y una mofeta que con su valentía abre camino. Luego, el hermano del padre rey, es el villano del reino. Una vez en el exterior, todo se vuelve más surrealista y delirante con criaturas sorprendentes e imaginativas, como el ejército de cerditos rosas que componen formaciones que recuerdan a las estructuras de Lego.