Mikel INSAUSTI
DONOSTIA
CRÍTICA: «AMSTERDAM»

Con metralla en el cuerpo y en el cerebro

En los años 60 y 70 la colisión entre la industria de Hollywood y el cine autoral fue algo habitual, pero en épocas posteriores ya no se ha dado tanto, hasta que le ha tocado a David O. Russell. La compañía 20th Century Studios ha puesto en sus manos ochenta millones de dólares que “Amsterdam” (2022) nunca va a recuperar. El fracaso en taquilla ha ido a coincidir con un momento de desprestigio mediático del cineasta, quien hasta la fecha parecía un niño mimado de la Academia, pero de repente todas las estrellas que se pegaban por trabajar con él denuncian malos tratos en los rodajes. Como en este espacio no nos toca juzgar a la persona, sino a su obra, no me gustaría que se volvieran a cometer viejas injusticias con creaciones que en su momento fueron denostadas por sus bajas recaudaciones, para muchos años después ser reivindicadas como piezas de culto.

Para empezar no es cierto que David O. Russell haya querido imitar la estética visual de las películas retro de Wes Anderson, más allá de la recreación de época que se me antoja tan personal como el propio sentido del humor de un autor que nunca se repite. “Amsterdam” es una rareza en sí misma, y como objeto extraño merece un estudio más atento. Presenta una caricatura histórica que deviene oportuna por la actual ascensión del fascismo, a la que EEUU no es ajena como democracia sujeta a una dictadura del capital.

David O. Russell utiliza el humor negro para refeljar el desengaño que experimentaron los excombatientes de la I Guerra Mundial, cuando regresaron de Europa llenos de metralla e irrecuperables traumas que les impidieron volver a la normalidad. El personaje de Christian Bale perdió mucho más que un ojo en el frente.