Benjamin Netanyahu, ganador de las últimas elecciones de Israel, se reunió ayer con el supremacista Itamar Ben Gvir, un líder racista antiárabe con quien rechazó fotografiarse durante la campaña electoral, pero con quien deberá aliarse para lograr formar un nuevo Gobierno. El partido derechista Likud, que lidera Netanyahu, confirmó la reunión con Ben Gvir, número dos del movimiento Sionismo Religioso, que se ha convertido en la tercera fuerza política del país con 14 escaños. Sumados a los 32 que conquistó el Likud y a los 18 de los partidos ultraortodoxos, Netanyahu obtendría una mayoría de 64 escaños en una Kneset (Parlamento) de 120 para formar Ejecutivo. «Con la ayuda de Dios, actuaremos para establecer un Gobierno totalmente de derechas», señaló Ben Gvir antes de la reunión, en la que reiteró su exigencia de ser nombrado ministro de Seguridad Pública y que se le otorgue al cargo mayor autoridad.

También exigió los ministerios de Educación o de Transportes para otro líder de su partido y dejó claro que sin acuerdos por escrito sobre reformas del sistema judicial y cuestiones relacionadas con la gobernanza «no hay razón para entrar en el Gobierno».

Este político ultranacionalista, que se ha enfrentado a cargos en el pasado por racismo, incitar a la violencia o apoyar organizaciones «terroristas», es conocido por su retórica antiárabe y actos provocadores. Y aunque ayer aseguró que ha «moderado» sus posturas, en campaña defendió la expulsión de árabes «desleales» a Israel, entre otras medidas.