EDITORIALA

Salvar vidas y la dignidad humana en puerto seguro

Tras su sólida victoria electoral en septiembre, Giorgia Meloni, la líder de extrema derecha que dirige el gobierno de Italia, prometió mano dura, tomar medidas enérgicas contra «la inmigración ilegal». Era una promesa premonitoria: en adelante los barcos de rescate que se dedican a salvar vidas en las aguas del Mediterráneo en condiciones ya de por sí difíciles, lo tendrían aún más complicado. Encontrar un punto de desembarco podría ser un imposible en Italia, y el decreto impulsado por el nuevo ministro de Interior, Matteo Piantedosi, ha confirmado las sospechas: Italia aplica ahora un enfoque «selectivo» para decidir quién puede desembarcar y quién no. Y aquellos a los que no da la calificación de «vulnerables» tienen que abandonar las aguas italianas y deberán ser atendidos por el «estado del pabellón». Así son son las nuevas reglas.

Este enfoque «selectivo» ha generado mucha preocupación en Italia y en Europa, entre las organizaciones humanitarias y las personas de buena fe, que acusan a Roma de violar los tratados internacionales, las leyes marítimas y los derechos de asilo de los migrantes. Después de arriesgar sus vidas en el mar son condenados a un limbo legal y los vuelven a dejar a la deriva en aguas internacionales. Así, los rescatados son nuevamente arrojados a un callejón sin salida, la desesperación se apodera de muchos de ellos al comprobar que su periplo es interminable y la angustia no tiene fin.

Ante estas nuevas circunstancias, el barco Aita Mari ha tenido que retrasar temporalmente su nueva misión de rescate en el Mediterráneo. Y ha realizado un llamamiento público a la ciudadanía y a las instituciones para encontrar una solución urgente, para que salvar las vidas de los migrantes no sea una actividad obstaculizada y criminalizada. Proteger la vida de los rescatados y ofrecerles un puerto seguro para su desembarco es un imperativo humanitario, avalado por la ley internacional y las leyes del mar. Atender este llamamiento del Aita Mari y de las otras ONGs de salvamento marítimo humanitario es defender la vida y la dignidad humana. La de los migrantes que se la juegan en el mar y la de todos.