Mikel INSAUSTI
TEQUILA: SEXO, DROGAS Y ROCK AND ROLL

Que el tiempo no te cambie

De entre quienes se exiliaron durante la dictadura argentina, no había mucha gente de la música, y tal vez por eso Ariel Rot y Alejo Stivel fueron la excepción del éxito. Nadie alcanzó tanta repercusión, ni siquiera Moris, y menos aún Roque Narvaja. Al formar Tequila supieron aprovechar que el rock en castellano no tenía recorrido en el Estado español, cuando en Argentina llevaban ya casi tres décadas trabajando las letras con la música procedente del mundo anglosajón. Para entonces ya había muchos nombres consagrados al otro lado del charco, como Litto Nebbia con Los Gatos, Ricardo Soulé con Vox Dei, Spinetta con Almendra, Charly García con Sui Generis, o el gran Pappo con su banda de blues. Y, como aquí nunca se quiso saber nada de todo aquello, porque nos llevaban mucha ventaja, a Tequila le tocó la lotería y no tuvieron competencia al incorporar el fenómeno “rolinga”, basada en el sonido de los Rolling Stones. Para conocer el tema hay que ser musicómano, ya que el documental no lo explica.

En “Tequila: Sexo, drogas y rock and roll” (2022) solamente se da la visión de este lado del charco, por lo que podría parecer que el grupo surgió de la nada. Se entra directamente en la cuestión de su fugaz fama entre 1976 y 1982, con cuatro únicos discos, que se atribuye a las drogas y a la juventud de sus componentes, sin saber lidiar con las fans y todo el montaje promocional, las revistas pop y los 40 Principales de la radio.

Nos cuentan los mil y un tópicos de chicos inexpertos explotados en el pasado por managers sin escrúpulos, pero no nos aclaran por qué de mayores consienten firmar una vuelta en el 2018, con concierto en el Wizink Center, rodeados de invitados a los que se suele poner la etiqueta de “amigos”, cuando se trata de acuerdos contractuales.