La afrontaba con una cantidad ingente de bajas y el mal trago de Cartagena apenas digerido, pero el Eibar redondeó ayer la mejor semana de la temporada. Por primera enlaza tres triunfos y eso puede provocar que, también inéditamente -dependerá de los resultados de Las Palmas y Alavés-, acabe la jornada en ascenso directo.

Como sucedió ante Huesca y Burgos, tampoco fue fácil para los armeros hacerse con los tres puntos contra el Oviedo. Esta vez no tuvieron que remontar pero también fue su mayor empuje en la segunda parte el que acabó resolviendo el choque ante un rival que hasta el descanso no sólo aguantó bien, sino que incluso tuvo un par de ocasiones claras para adelantarse.

Y eso que, con un equipo totalmente transformado -seis novedades en el once-, el Eibar quiso llevar la iniciativa ante un rival que llegaba al choque con dos días más de descanso. Ninguno de los dos generó demasiado peligro aunque Luca se lució ante un remate de Enrich y Braat despejó a córner uno de Leschuk poco antes del descanso.

Los locales quisieron acelerar a la vuelta de vestuarios aunque tuvieron que esperar hasta la entrada de Stoichkov, Corpas y Nolaskoain, que refrescaban el equipo a los diez minutos de la reanudación. Fueron apretando con más ganas que resultado a un rival que ya apenas se estiraba y, tirando de eficacia, porque las ocasiones no fueron muchas ni muy claras, marcaron a veinte minutos del final. Braat evitó junto al larguero el gol olímpico de Matheus, que quiso repetir en el córner inmediatamente posterior, colando esta vez por el primer palo el balón que también tocó Nolaskoain, aunque no quedó muy claro si antes o después de entrar.

No se conformó el Eibar ante un Oviedo incapaz de reaccionar aunque le siguió faltando claridad. Por fortuna, no le hizo falta aunque en los últimos minutos, ya a la desesperada, el paso adelante de los asturianos provocó cierta tensión en el área de Luca.