Idoia ERASO
ZIBURU
Elkarrizketa
LOSSENI FOFANA
Migrante marfileño residente en Donibane Lohizune

«Era tan amable que me dio miedo, no esperaba encontrarme a gente así»

Llegó a Donibane Lohizune hace cuatro años y medio, procedente de Costa de Marfil, y ahora trabaja como cocinero en el restaurante Le Komptoir des Amis, mientras estudia en la escuela de hostelería de Baiona. Dice estar muy contento con la ayuda que ha recibido, y recalca la importancia de la educación y de ir a la escuela.

(GARA)

Cuando Losseni Fofana llegó a Donibane Lohizune, empezó realmente su relación con la cocina. Cuenta que la primera vez que cocinó fue en Marruecos, en una casa que compartía con otros jóvenes, mientras esperaban para poder atravesar el estrecho de Gibraltar, y donde él tomó la responsabilidad de cocinar para todos. Pero el amor que tiene por la cocina floreció con su llegada a Ipar Euskal Herria, su sueño es poder abrir un pequeño restaurante donde ofrezca la comida de su país.

Esta historia, y otras más, les contó Fofana a los jóvenes del colegio Piarres Larzabal de Ziburu, que están trabajando en un proyecto sobre la migración en la costa de Lapurdi. Tras una degustación a ciegas que propusieron los alumnos al cocinero, llegaron las preguntas, que llenaron de interés, asombro, tristeza... a los adolescentes, pero también compartieron risas.

¿Como ha sido la experiencia de hablar con los jóvenes?

Muy interesante, me han hecho preguntas sobre mi ámbito profesional y mi vida privada, francamente no ocurre todos los días ver a jóvenes de esa edad que se interesan con este tipo de cuestiones.

Me han preguntado por qué decidí dedicarme a la cocina. Nunca había cocinado, en casa cocinaba mi madre, empecé en Marruecos. Cuando tenía su edad no me interesaba, quería ser bailarín. Estaba en un club de danza, pero para poder hacer eso había que ir a una escuela, y había que pagar los estudios. Mi padre me dijo que no podía pagar para que fuese a la escuela.

El mensaje más importante que ha querido enviar ha sido claramente la importancia de ir a la escuela.

Es muy importante, porque yo no tuve la suerte de poder ir, y la escuela te permite conocer a gente, crear lazos sociales. Es muy importante también porque cuando vas a la escuela reflexionas de diferente manera, aprendes muchas cosas, y técnicas diferentes. También el pensar sobre el futuro, sobre qué vas a hacer con tu vida el día de mañana. En el trabajo, con la práctica, se pueden aprender muchas cosas, pero en la escuela es diferente. Sin los estudios no sería capaz de estar aquí ante vosotros y explicarme de esta manera, antes no era capaz de organizar de esta manera mis ideas.

El Rotary Club le otorgó el Premio de Aprendizaje.

Sí, leyeron mi historia y pensaron que era interesante. Me contactaron, y luego contactaron a Guillaume que es mi tutor, de mi familia de acogida. Quedamos y me hicieron preguntas, sobre mi vida privada y mi ámbito profesional. Yo les expliqué por qué estaba aquí, y les pregunté por qué me habían llamado, me dijeron que mi historia les había conmovido. Me ha motivado para seguir adelante en el ámbito profesional, porque la gente se interesa cada vez más en mi historia y en mi forma de ser. ¿Como era su vida antes de venir a Euskal Herria?

Mis padres son campesinos y querían que me quedase con ellos, pero a mí no me gusta eso, yo quería ir a la escuela. Estaba harto, porque mis amigos iban a la escuela y yo les tenía que esperar fuera, y me aburría. Luego me fui a la ciudad, empecé a trabajar, y algunos años después el Gobierno agrandó la autopista y tiraron el edificio donde trabajaba, y me quedé sin trabajo. Encontré otro jefe, que quería que trabajase todas las tardes, así que dejé el trabajo.

¿Como fue el viaje hasta aquí?

Encontré un joven mayor que yo, un poco como un hermano mayor, y me dijo que había decidido irse al extranjero y que si quería podía ir con él. Me explicó que era muy fácil y le dije que si era así yo iría con él. Me dijo que hiciese mi pasaporte y me ayudó. Cogimos el avión hasta Marruecos, fuimos a Tanger, y fue allí cuando supe que se atravesaba en zodiac, y yo le dije que no era lo que él me había dicho. Yo confiaba en él, le creí, pero cuando llegamos a Marruecos supe cuál era la situación. Le dije que no sabía nadar y me dijo que todo iría bien.

La primera vez que lo intentamos eramos cinco en la zodiac, lo intentamos tres veces, cuatro, cinco... lo intenté nueve veces, y entonces conseguimos pasar. En el mar, cuando llegas a la zona española puedes llamar a la Cruz Roja, así lo hicimos y vinieron a buscarnos. Nos llevaron a la Policía, nos tomaron una foto, las huellas dactilares y nos pusieron en los ficheros, allí te piden tu nombre.

Cuando llegó Estado español, ¿qué ocurrió?

Yo quería ir a la escuela y aprender la lengua. Me decían que sí, pero el tiempo pasaba, y no iba a la escuela. Si eres mayor de edad, ya no puedes ir, así que decidí ir a Francia. La mujer que se encargaba de organizar las cosas me dio un papel, firmé y me pagaron el billete hasta Madrid. Luego fuimos a Irun, estuvimos en la Cruz Roja.

¿Desde allí fue hasta Donibane Lohizune?

Sí, los autobuses te dejan allí para ir a Baiona. Quería ir a La Rochelle, porque tengo un amigo allí. En San Juan de Luz, entre en el bar Le Komptoir des Amis y el patrón me dijo que tomase lo que quisiese. Era tan amable que, al principio, me dio miedo, porque no esperaba encontrarme con gente tan amable. Llegó el autobús,y fui con los amigos, el chofer cogió sus tickets y me dijo a mí que tenía que esperar el próximo autobús. Volví al Komptoir, y pedí otra cerveza, el siguiente autobús no pasó, así que estuve hablando con el dueño, y me dijo que si quería tenía amigos, y que podría quedarme en su casa.

Al día siguiente empezamos a hablar, y me dijo que si querían podía quedarme con ellos, porque formaban parte de la asociación Elkartasuna Larrun que ayuda a gente como yo, les dije que me lo pensaría y acepté la proposición. Llamé a mi amigo de La Rochelle y le dije que me quedaba aquí porque había conocido a una familia de acogida. Me ayudaron a hacer mis papeles y tuve suerte porque todo fue muy rápido, era importante, porque cuando llegué ya tenía 17 años y medio, y así fui reconocido como menor. Me matricularon en la escuela, me gustó mucho.

Cuando decidí que iba a dedicarme a la cocina, hicieron una petición para que tuviese la autorización de trabajar y me apuntaron en una escuela en Baiona.

¿Como ha sido la integración?

Estoy muy contento, porque no esperaba encontrarme a gente tan amable, y que además me aprecian, yo también a ellos; los amigos, los compañeros, la gente que me rodea, me encanta, y me quieren bien. Aquí es como en todas partes, en Costa de Marfil es lo mismo, hay gente buena y gente mala, y la gente que he encontrado aquí es gente buena, muy amable.

La integración fue muy rápida, mis colegas creen que soy simpático, y yo creo que ellos también lo son, me hacen preguntas, les respondo honestamente, y yo les hago preguntas, ellos se interesan por mí, y yo me intereso por ellos. En la escuela, en casa, en los bares, en la restauración... me gusta hablar con la gente, soy una persona abierta.

Desde que llegó aquí la situación es más difícil para las personas migrantes.

Hay gente que me pregunta cuánto llevo aquí, piensan que llegué hace más tiempo, pero no, para mí todo fue muy rápido, tuve suerte de encontrarme con gente buena, que me ayudó con la escuela, el trabajo, el apartamento, los amigos… No todo el mundo tiene esa suerte, hay gente que tiene que buscarse la vida. Estaría bien que algunas personas se interesasen también por gente como yo y que les ayudasen a avanzar, a progresar en la vida.