Beñat ZARRABEITIA

Los pibes que ganaron el Mundial en Qatar

Contra todo pronóstico, en la primavera de 1995 un grupo de jóvenes jugadores dirigidos por un entonces también emergente José Pékerman llevó a la Albiceleste a ganar su segunda Copa del Mundo juvenil, también en Qatar. Este domingo la absoluta se enfrenta en la final a Francia (16.00), que defiende cetro mundial.

La selección Albiceleste de 1995 que se proclamó campeona del mundo en cateoría juvenil en un torneo disputado finalmente en Qatar, sede del Mundial absoluto de 2022 cuya final se disputa este domingo entre Argentina y Francia.
La selección Albiceleste de 1995 que se proclamó campeona del mundo en cateoría juvenil en un torneo disputado finalmente en Qatar, sede del Mundial absoluto de 2022 cuya final se disputa este domingo entre Argentina y Francia. (AFA)

El triunfo de Argentina en el campeonato Sudamericano sub-20 en Bolivia dio a la Albiceleste el pasaporte para viajar a Nigeria, la sede inicial de la Copa del Mundo de 1995 en categoría juvenil, pero un brote de meningitis obligó a la FIFA a buscar una solución alternativa, encontrándola en un Qatar con una fisonomía y skyline muy distinto al actual. El torneo se disputó en tres estadios de Doha, uno de ellos el Khalifa Internacional, que también ha acogido encuentros de la cita de 2022.

Tras la sanción que le había costado a Argentina la participación en el Mundial sub-20 de 1993, la AFA eligió a José Pékerman para dirigir a los cuadros juveniles de la Albiceleste, inculcando un comportamiento ejemplar a los futbolistas: nada de protestas a los árbitros, la camiseta por dentro del pantalón, las medias bien subidas y un look aseado. En la fase de grupos Argentina se impuso 1-0 a Países Bajos, perdió con Portugal y ganó 4-2 a Honduras. Después ganarían a Camerún, España -con Raúl, Joseba Etxeberria, que ganó la Bota de Oro, De la Peña, Morientes o Salgado- y Brasil en la final.

Aquella no fue la primera ni la última vez en la que Argentina se coronó como campeona del mundo en la categoría, pero contó con una particularidad diferencial: lo consiguió gracias a la aportación de futbolistas que, en su inmensa mayoría, no tendrían una carrera profesional llena de esplendor. Al contrario, acabarían explorando caminos alternativos, militando en equipos modestos o retirándose hastiados de lo que rodea al fútbol.

En 1979, la Albiceleste ganó con Maradona, Ramón Díaz, Calderón, Barbas o Simón, en 1997 con Aimar, Cambiasso, el exosasunista Romeo, Riquelme, Scaloni y Walter Samuel, en 2001 con Coloccini, D’Alessandro, Maxi Rodríguez, Rosales o Saviola, en 2005 con Messi, Agüero, Biglia, Gago, Garay o Zabaleta y en 2007 con el Kün nuevamente, además de Banega, Di María, Fazio, Papu Gómez o Sergio Romero. Además de los dos Dioses para la afición argentina, la relación arroja muchos mitos y jugadores que jugaron en grandes clubes europeos, ganaron infinidad de títulos, estuvieron expuestos a la fama y ganaron mucha plata. Sin embargo, los de 1995 completaron recorridos mucho más modestos. Los futbolistas más destacados fueron Ariel Caño Ibagaza -en el Olympiacos heleno coincidió con Ernesto Valverde, Fran Yeste y Pablo Orbaiz- y Juan Pablo Sorín -militó en la Juventus, River Plate, Lazio, Barça, PSG o Villarreal, donde coincidió con Riquelme y Pellegrini-.

«El Vasco» Irigoytía

Gustavo Lombardi fue uno de los que logró dar el salto a equipos de LaLiga, llegando a jugar en el Deportivo Alavés en 2002. Sin embargo, tampoco tuvo continuidad en Mendizorrotza y con apenas 27 años decidió colgar las botas, cansado del fútbol. Un hastío que también inundó a Joaquín «el vasco» Irigoytía, el arquero de aquel equipo campeón mundial. Era una de las grandes promesas del fútbol argentino, pero su carrera tomó otros derroteros, por lo que gracias a sus estudios de Derecho acabó ejerciendo la abogacía.

CROACIA MANTIENE SU ESTATUS MUNDIALISTA TRAS VENCER A MARRUECOS (2-1)

Croacia repitió el tercer puesto logrado en Francia 1998, lo que sumado a su subcampeonato de hace cuatro años, le mantiene en la élite mundialista, un gran mérito para un país que tiene cuatro millones de habitantes. La escuadra balcánica superó a Marruecos (2-1), la gran sorpresa del torneo, con goles de Gvardiol y Orsic, frente al logrado por Dari.

El encuentro estuvo marcado por la menor presión al no tratarse de una eliminatoria, lo que facilitó que primasen los ataques por encima de las defensas, sobre todo en la primera parte. Tras el descanso, el enorme desgaste físico de todo el campeonato pasó factura en forma de lesiones, lo que deslució un tanto el choque. N.M.