José Mari AIARZAGUENA
Médico de familia
GAURKOA

El problema más importante de Osakidetza es el cambio de rumbo

La crisis de Osakidetza, hasta hace unos años denominada por algunos «la joya de la corona», es una realidad que ya nadie se atreve a negar. La ciudadanía preocupada por la falta de accesibilidad contrata cada vez más seguros privados -los grandes beneficiados de la crisis-, los jefes de servicio de los hospitales reivindican una gestión más democrática, y la Atención Primaria, desorientada, yace en la UCI. Sin minusvalorar el problema de gestión, el problema fundamental proviene del cambio de rumbo de Osakidetza con la creación de las Organizaciones Sanitarias Integradas (OSIs) en el 2011, que han fagocitado a la Atención Primaria. La han integrado en un sistema sanitario centrado en la enfermedad, por lo que la única gestión posible es la gestión de la alta tecnología, el negocio biomédico y la medicalización de la sociedad.

La Salud, al no generar en cambio ningún negocio, tampoco genera importantes problemas de gestión; y esa es probablemente la causa del abandono de la Atención Primaria. Todas las actividades se centran en la enfermedad, y la población se convierte en consumidor de esas actividades, olvidándonos de que una proporción importante de esas enfermedades son evitables si nos enfocamos en los determinantes de la salud. Nos pasamos todo el día, por ejemplo, diagnosticando adultos con diabetes, controlando periódicamente sus pies, la circulación, los riñones, la retina, el corazón… y se nos olvida que la mayoría de estas diabetes desaparecerían con una dieta equilibrada, haciendo ejercicio y dejando de fumar en caso de ser fumadores.

Para que un sistema sanitario se base en la salud, debe cumplir al menos tres requisitos. Primero, debe prestar atención a los factores que determinan la salud, incluyendo por supuesto la enfermedad, pero en interacción con otros determinantes como la dieta, la actividad física, los hábitos tóxicos, el control del estrés, el sueño, apoyo psico-social, etc. Segundo, debe atender a personas enteras -no troceadas en órganos- y únicas y particulares, cada una con sus determinantes de la Salud, sus experiencias, creencias, expectativas, preocupaciones, miedos, condicionantes sociales, laborales, de genero…. Y tercero, debe abandonar el modelo basado en el dualismo cuerpo/mente, y sustituirlo por un modelo bio-psico-social, capaz de responder a esta simbiosis, donde los síntomas producen emociones y las emociones producen síntomas.

La especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria (MfyC) fue creada hace más de 40 años para trabajar por la salud integral, sustituyendo el modelo previo en el que la jornada laboral para atender las consultas ambulatorias, por supuesto consultas centradas en la enfermedad, era de dos horas y media. En los inicios, se produjeron muchos avances, y el grado de satisfacción de la población con el cambio, fue alto. Estábamos en el camino de conseguir las estrategias necesarias para cumplir con las condiciones de implantar la salud en Atención Primaria, pero llegaron las (OSIs), y se esfumaron todas las esperanzas. Luego, para darle la estocada definitiva llegó el Covid, y con él, la Atención Primaria se ha convertido en algo similar a los Puntos de Atención Continuada (PAC -urgencias extra-hospitalarias-), donde se atienden los procesos agudos de los pacientes.

La situación actual nos recuerda a la situación previa que debíamos de sustituir, como si hubiésemos retrocedido en Atención Primaria más de 40 años. La especialidad de Medicina Familiar y Comunitaria no se creó para esto, y por eso y por la precariedad laboral, muchos médicos de familia se marchan de Atención Primaria, y buscan su salida profesional en otros ámbitos. Recuperar la Salud y unos contratos estables y dignos sería la mejor medida para solucionar el problema de la falta de médicos.

Si queremos recuperar la Salud es necesario volver al periodo previo a las OSIs, y que el Departamento de Salud y Osakidetza retomen el rumbo perdido. De esta forma, conseguiremos médicos con estrategias eficaces en el manejo de enfermedades en interacción con otros determinantes de la salud, con estrategias eficaces de prevención y promoción de la salud sujetas a un proceso continuo de evaluación y mejora, con estrategias de eficacia probada en el empoderamiento de la población en el cuidado de su salud, y en el proceso de adaptación a las enfermedades.

La implementación de estas estrategias permitirá conseguir mejoras objetivables en los indicadores de salud a los que debemos aspirar: satisfacción de la ciudadanía con el servicio de Atención Primaria, disminución de la mortalidad atribuible a factores de riesgo y determinantes de la salud, disminución de las reagudizaciones evitables de los pacientes con enfermedades crónicas, disminución de las hospitalizaciones evitables, y empoderamiento de la población en el cuidado de su salud y en la adaptación a la enfermedad. Si hubiésemos dispuesto de estos indicadores en el 2011 -previo a la instauración de las OSIs- la situación actual sería muy diferente.

Cada consulta debe ser una oportunidad para la Salud, necesitamos que nuestro trabajo diario asistencial consista en consultas presenciales, con un número apropiado de consultas al día, de aproximadamente 15 minutos cada una, a lo que habría que añadir la asistencia de los avisos domiciliarios: de agudos, de control de crónicos domiciliarios y de cuidados paliativos.

Necesitamos que el departamento de salud y Osakidetza apuesten con los hechos, y no sólo con palabras vacías, por un sistema centrado en la salud; que AP sea capaz de demostrar con datos, y no sólo con filosofía, sus aportaciones a la salud; y que la ciudadanía, sin dejarse engañar por la alta tecnología y el consumismo, apueste por su empoderamiento en el auto-cuidado de su salud. Si no conseguimos reconducir el rumbo hacia la Salud, necesitaremos una tarjeta de crédito Visa o Mastercard bien saneada. Que no nos tengamos que arrepentir de no haber defendido la Atención Primaria de Salud.