Carlos GIL ZAMORA
Analista cultural

Legislación

Cuando el legislador se disfraza de protector, acaba convirtiéndose en un desertor de la razón histórica y artística. Una ley de protección animal aplicada sin atender a otra cosa que a las costumbres y la ausencia de matices y sensibilidad, puede ser un arma destructiva, un impedimento para el desarrollo de espectáculos teatrales que cruzados con alguna arte circense, usan animales domesticados como elementos discursivos, como parte de la dramaturgia y se nota, se sabe, se conoce que son tratados de una manera exquisita ya que conviven con ellos y forman parte de su troupe.

Baró d’Evel es una compañía francesa, cuyo director forma parte de una escuela y de una tradición circense, pues es hijo del payaso Tortell Poltrona, que ha recogido premios por todo el mundo por sus trabajos, que es programada en los mejores escenarios y festivales y que estaba previsto que actuara con un magnífico espectáculo en Donostia en marzo y que se ha debido suspender por prohibición expresa de la autoridad competente aplicando la legislación vigente ya que unos de los protagonistas son un magnífico caballo blanco al que solo le falta hablar y unas cuantas palomas que sobrevuelan el escenario y el patio de butaca de una manera sincronizada con la dramaturgia. Espectáculo que disfruté en Lisboa y que hace unas pocas semanas se pudo admirar en Madrid y que no se podrá ver en Euskal Herria, lo que provoca ira y desconcierto. Las ferias taurinas no se tocan.