El director de cine y guionista iraní, nacionalizado danés, Ali Abbasi se ha aferrado a los códigos del thriller para colocar ante el espejo al régimen iraní y, por extensión, a una sociedad patriarcal aferrada a unos salvajes códigos de conducta medievales.

La trama está basada en la historia real del asesino en serie Saeed Hanaei, conocido popularmente como “La Araña”, el cual fue condenado a muerte en 2001 y ejecutado al año siguiente por el asesinato de 16 mujeres, todas ellas prostitutas y drogodependientes. Hanaei expuso ante las autoridades que sus víctimas no merecían seguir viviendo pues ofendían a cualquier persona honesta y respetuosa con la fe islámica. Dicha argumentación provocó que los sectores más fundamentalistas de Irán lo consideraran un héroe nacional. Es en este punto donde el filme se revela más descarnado, porque viene a recordarnos que muchas veces son los verdugos quienes son ensalzados y las víctimas son señaladas como algo necesario e inevitable.

Una atmósfera oscura y opresiva Todo lo expuesto por el director es mostrado dentro de la atmósfera sucia y opresiva en la que debe desenvolverse una periodista de Teherán empecinada en aclarar los feminicidios que asolan los bajos fondos de la ciudad santa de Mashhad y que sufrirá en sus propias carnes las consecuencias de su investigación. Con esta base dramática, Abbasi ha elaborado un inquietante filme que sigue la estela legada por cineastas estadounidenses como David Fincher, sobre todo en lo relativo a los ambientes penumbrosos.

Otro elemento destacado de la película “Holy Spider” lo encontramos en la propia radiografía del monstruo que ejecuta su supuesta misión “purificadora” inmerso en una maraña de pulsaciones internas.