Koldo LANDALUZE
DONOSTIA
CRÍTICA: «LA VIDA SIN TI»

En un laberinto sin salida

El desconcierto que provoca “Mi vida sin ti” viene de la errante dirección de un proyecto que nunca sabe cuándo quiere hacer reir al personal o sumergirlo en un furibundo drama. Este es el peor de los resultados de un filme cuya brújula dispara su norte hacia diferentes lugares sin concretar su interés en ninguno de ellos, pasando a hurtadillas por diferentes grados de emoción y legando en el personal una duda considerable.

En su arranque asoma el primer despiste, presentado a unos personajes que, en su empeño por resultar agradables, resultan insoportables. Esta es la primera piedra de toque de un proyecto sin rumbo y desordenado en el que todo se fusiona en una realidad y un espacio onírico cuya frontera nunca queda meridianamente clara.

En este constante salto en el tiempo y espacio, topamos con un mismo personaje encarnado por dos actrices, Isabelle Huppert -fuera de lugar en todo momento- y Freya Mavor, que hacen lo indecible para que dicho personaje no se hunda en la vorágine planteada por Laurent Larivière.

Es verdad que en la trastienda de la película se intuye algo difuminado relacionado con el duelo, pero es tan estrambótico su armazón argumental que eclipsa por completo sus loables intenciones.

En el epicentro emocional de este batiburrillo folletinesco también nos encontramos con Lars Eidinger asumiendo un rol que jamás suscita apego o interés alguno y en el que se ponde de manifiesto que Eidenger vuelve a jugar a ser un bicho raro.

En este paseo laberíntico, en el que incluso hay cabida a la picaresca, a través de los pasajes vitales de Joan nos acompaña la duda de saber qué demonios nos encontraremos al cruzar el umbral de sus puertas, las cuales nos guían a un único punto, un territorio farragoso en el que lo emocional y lo afectivo nunca termina de conectar debido a que se delegan excesivas cosas en el espectador y nunca se le ofrecen las pistas minimas y necesarias.