Txente REKONDO
PUGNA ENTRE EEUU Y CHINA

El mensaje político, y militar, tras la «crisis de los globos»

Era previsible una escalada de la tensión entre China y EEUU. Temas como Taiwán, los controles a la exportación de semiconductores de EEUU, el papel de China en Ucrania prometían como desencadenantes. Sin embargo, una sucesión de globos ha sido la protagonista.

(AFP)

Mientras en Estados Unidos reina la confusión sobre los globos y otros «fenómenos voladores no identificados», y sobrevuela un abanico de preguntas -¿Cuál es su propósito?, ¿Habrá más?, ¿De dónde vienen?, ¿Para qué?... - algunos sectores de la administración estadounidense buscan minimizar la crisis (CSN, Departamento de Estado, Pentágono...).

Los globos no han supuesto ninguna amenaza real para EEUU. Ambos países llevan tiempo espiándose mutuamente, y, además, Washington ostenta el primer puesto como país-espía a lo largo y ancho del mundo. El derribo del primer globo obedece también a las necesidades de Joe Biden de mostrar «firmeza» ante las presiones de la política doméstica norteamericana.

Pero, tal vez, han podido evidenciar una cierta vulnerabilidad de la seguridad estadounidense en su propio territorio; militar, política o ambas.

Dudas sobre el liderazgo de EEUU a medio plazo.

China se ha convertido hace tiempo en su gran rival estratégico, lo que hace atisbar una nueva configuración del orden mundial. No hay vuelta atrás, China ha venido para quedarse.

Hoy en día, existe un déficit de confianza. A pesar de las buenas palabras de la cumbre de Bali, las acciones de Washington han demostrado a ojos chinos que se las lleva el viento. Beijing ha observado que las promesas de Biden de aceptar el principio de «una sola China» contrastan con el aumento de la ayuda militar a Taiwán y otros aliados asiáticos. Y al mismo tiempo que solicita apoyo chino para no deshacerse de los bonos y letras del tesoro de EEUU que China tiene en su poder (el incumplimiento de la deuda de EEUU podría generar un terremoto financiero y económico a escala mundial que dejaría en una pequeña anécdota la crisis de 2008), los representantes estadounidenses viajaron recientemente a África para desprestigiar a China.

Por otra parte, la arrogancia occidental en Ucrania envía señales a los dirigentes chinos. Desde cancillerías occidentales se expresa sin disimulo la apuesta por derrocar a Putin, llevar a la bancarrota económica y desmembrar la Federación rusa. Valiéndose de especulaciones sobre el uso de las armas nucleares, cada vez se ve más lejos la doctrina MAD (destrucción mutua asegurada), paradigma de seguridad contra un ataque nuclear.

El patrón de EEUU

. Beijing lo percibe desde hace algún tiempo como esfuerzos para aislarle en diferentes frentes. Trump y su guerra comercial con China, el conflicto y las acusaciones en torno al covid-19, la ley de Biden en 2021, que impide la importación de productos chinos. Y, recientemente, las sanciones a empresas chinas bajo excusas, la prohibición de todo comercio con el gigante chino Huawei, y más obstáculos a la exportación de alta tecnología.

Por otro lado, ahí están los intentos de Biden de establecer una especie de OTAN asiática, formada con los aliados locales (Japón, Corea del Sur, Australia) y los países de la ASEAN que tienen disputas territoriales con China. El incremento de la presencia militar norteamericana en la región (Okinawa, islas Ryukyu, cuatro lugares estratégicos alrededor de Filipinas) y el aumento del presupuesto militar de los aliados se unen a ese panorama del que Beijing lleva tiempo alertando, y que a algunos analistas les recuerda, salvando las distancias, a los avisos rusos ante la expansión europea hacia el este de la OTAN.

Las relaciones entre EEUU y China caminan sobre un campo de minas. La competencia estratégica y la desconfianza mutua ganan enteros. Además, la política interna de EEUU complica más la búsqueda de vías para disminuir la tensión, y evidentemente eso no es un buen augurio para el conjunto del planeta.

Otras fuentes dejan un espacio al optimismo: «Por un lado, a China no le interesa intensificar aún más un incidente tan extraño que, si creemos en la explicación oficial de Beijing, fue accidental, ya que el globo se desvió de su rumbo debido a los fuertes vientos. Por otro lado, si Xi estaba probando al presidente de los EEUU para ver cómo respondería, ahora ya lo sabe».

De todos modos, el incidente aumenta las apuestas por futuros malentendidos, errores de cálculo y reacciones exageradas provenientes de ambos lados. Como explica un analista, es «al mismo tiempo divertido y preocupante porque esa es la etapa de la relación entre EEUU y China en la que hemos entrado: absurda y también peligrosa».

En las próximas semanas deberemos estar atentos a los siguientes pasos de China con respecto a Rusia, incluido el viaje de XI a Moscú, y el posible desafío chino a las sanciones de EEUU y sus aliados contra Rusia. También el más que seguro viaje del actual presidente de la Cámara de Representantes, Kevin McCarthy, a Taiwán y la respuesta de Pekín y el Ejército chino (EPL). A ello se unen más medidas sancionadoras de Washington en el sector tecnológico. Y todo ello no hace sino ahondar en la mutua desconfianza y complica todavía más la posibilidad de rebajar las tensiones.