Mikel INSAUSTI
ASUNTOS FAMILIARES

Hermano sol, hermana luna

Se hacen muchas más películas sobre relaciones paternofiliales que sobre las fraternales, pese a lo mucho que en la cultura judeocristiana pervive el mito de Caín y Abel. En “Asuntos familiares” (2022) no hay un enfrentamiento entre el Bien y el Mal, sino que esta guerra fratricida está tratada sin juicios de moral. Es una lucha de igual a igual, narrada a la manera de un conflicto de pareja. De no saber que Alice y Louis llevan el mismo apellido podría parecer que el suyo es un drama de ruptura conyugal. Y tal vez sea esa la razón de su conflicto, que ambos son Vuillard, cuando se sienten tan distintos. Una es la noche y el otro es el día, y lo mejor que pueden hacer es permanecer alejados y no mantener ningún contacto. Pero el destino les obliga a reencontrarse cuando sus padres mueren en un fatal accidente de tráfico.

A Desplechin lo que le interesa es mostrar ese momento presente del choque frontal, ya que los flash-backs, que los hay, no revelan demasiado sobre su pasado. Se supone que en un principio hasta pudieron llevarse bien, pero algo hizo que dejaran de hablarse durante dos décadas como resultado de un odio inexplicable. Ahora no se pueden ver, y si se hallan en una misma habitación se gritan, dan portazos y se arrojan cualquier objeto que tengan a mano.

Nunca queda claro cuál es el verdadero origen de las hostilidades, si bien se observa una competitividad artística, la de la actriz frente al poeta, que más bien parece una consecuencia que una causa. La falta de información al respecto afecta a la mecánica del guion, que se vuelve errático y dificulta las actuaciones de Marion Cotillard y Melvil Poupaud, a quienes se ve faltos de asideros para construir y desarrollar sus personajes en medio de las dudas y el desconcierto. El más perjudicado de dicha inconcreción es el público, que no sabe a que atenerse.