Carlos GIL ZAMORA
Analista cultural

Buena racha

El cine vasco está en un momento de gran aceptación general. Los premios y candidaturas así lo van certificando. Y lo importante es que se van viendo estos reconocimientos en diferentes partes o gremios del proceso productivo, lo que viene a transmitir una mejor sensación de posibilidad de crecimiento armonizado, colectivo, como apuntando a unas bases sólidas para ir aposentando los cimientos de una industria que aproveche estas sinergias en favor del todo.

Lo paradójico es que estamos en un momento en que, al menos desde una imagen externa, no existe un bloque de cine vasco que así se reivindique. Ni que se sepa que se hayan adoptado medidas institucionales relevantes para que esta evolución tenga un impulso, se trata de unas circunstancias aleatorias en las que se han juntado el talento, la inversión, el sacrificio y el acierto en temas y formas para que además de su producción tengan esas películas una aceptación popular y ello lleve a un reconocimiento exterior lo que hace que se cree una magnífico círculo virtuoso.

El Oso de Plata recibido en Berlín por la niña Sofía Otero puede ser paradigmático, ya que a esa edad no existe una escuela de interpretación que la respalde, sino unas capacidades innatas que la dirección ha sabido aprovechar para convertir toda su frescura y naturalidad en una excelencia. Hay que aprovechar los momentos y parece evidente que se está pasando una merecida buena racha. Felicidades.