EDITORIALA

Muertes por frío en la calle nada naturales

En el barrio Kaneta de Hendaia una persona que vivía en la calle fue encontrada muerta ayer. Hace un año también murió otra persona en el interior de un coche estacionado en ese mismo barrio. Un espacio que se ha convertido en lugar de encuentro de personas sin hogar, testigo del aumento del número de personas que viven en la calle. Por desgracia no es la única persona que carecía de hogar que ha muerto este invierno. En enero murió en Bolueta un hombre de 70 años al incendiarse la chabola de madera y cartón en la que se encontraba. El frío invernal es recibido con alborozo por los amantes de la nieve, pero se convierte en un peligro mortal para las personas sin hogar.

La noticia señalaba que al no haber rastros de violencia el deceso se investigará como una muerte natural. Sin embargo, si hay alguna certeza en esas muertes por frío en la calle, en automóviles o en incendios de infraviviendas es que en ningún caso son naturales. En todas ellas existen potentes determinantes sociales que han causado la enfermedad y la muerte de esas personas. Generalmente, la principal causa suele ser la falta de una vivienda o el uso de una que carece de unas condiciones mínimas de habitabilidad. Una situación que suele estar provocada por la pobreza y el abandono social. De este modo, esas muertes que en el certificado de defunción aparecen como naturales, atendiendo a las causas que las han provocado, resulta que son poco naturales y remiten al fracaso del actual modelo sociedad que es incapaz de proporcionar unas condiciones de vida mínimas para todas las personas.

En este contexto de fracaso del modelo social es importante exigir que se destinen más recursos y que se establezcan políticas públicas efectivas para cuidar la vida y la salud de la ciudadanía vasca. No obstante, también habrá que empezar a pensar en el modo en el que se trasforman las actuales relaciones sociales que permiten que la riqueza se acumule cada vez más, en cada vez menos manos, mientras crece el número de personas acorraladas por el desempleo, la pobreza energética y la falta de vivienda. Hace falta cuidar a la gente pero también hace falta desmontar el andamiaje del expolio.