Oihana ETXEBARRIETA LEGRAND
Responsable de la Secretaría Feminista de EH Bildu
GAURKOA

A por un país que cuide

Este 8 de marzo debemos llenar las calles y las instituciones con iniciativas y denuncias que pongan en el centro la importancia de un sistema de cuidados público. El propio movimiento feminista anunció de manera pública la puesta en marcha de una dinámica a largo plazo, bajo el lema “Revolucionar los cuidados para cambiarlo todo”.

El de los cuidados es uno de los ejes estratégicos que presentó EH Bildu en su conferencia municipalista, y no es casualidad que cuando hacemos un análisis de la situación actual desde una perspectiva feminista, todas coincidamos en subrayar esta necesidad. Tanto el movimiento feminista como nosotras vemos que es una necesidad y un espacio de trabajo fundamental marcar el rumbo hacia un sistema público de cuidados: romper con la desigualdad entre territorios; mejorar las condiciones laborales de las trabajadoras de este sector; poner sobre la mesa la realidad de las trabajadoras del hogar; politizar esta responsabilidad feminizada y denunciar esta división sexista del trabajo que quieren limitar y esconder bajo al ámbito familiar y privado etc. Las compañeras del movimiento feminista han alertado de que el sistema actual de cuidados está en crisis, una crisis que tiene muchas caras.

Ante esta cruda realidad, nuestro pueblo tiene que poner en marcha una dinámica transformadora y compartida, se tiene que reconocer desde las instituciones ese esfuerzo y compromiso, escuchando propuestas y reivindicaciones y promoviendo y reforzando espacios para el encuentro y el diálogo. De esa manera hemos trabajado en los municipios que gobernamos, intentando abordar la cuestión multidisciplinar de los cuidados mediante el trabajo colectivo: Usurbil, Hernani, Berriozar, Elorrio etc. en la Conferencia Municipalista subrayamos varios ejes, pero también nuevas formas de trabajo, las de la gobernanza feminista. Porque tan importante como lo que hacemos es el cómo lo hacemos. De nada nos sirve una dinámica sobre las trabajadoras del hogar que no reconozca las cadenas globales de cuidados y no cuente con el protagonismo de las mujeres migrantes que están precarizadas en el trabajo del hogar.

Porque en nuestro pueblo no todas las vidas valen lo mismo. Y el cuidado de esas vidas tampoco se hace de la misma manera. Denunciamos de manera tajante las políticas y las empresas capitalistas que hacen de los cuidados un negocio, convirtiéndolo en mercancía. Se promueve un modelo de mercantilización y familiarización de los cuidados que trae consigo la explotación de las trabajadoras domésticas y de todo el ámbito de los cuidados. Un sector no reglado en algunos casos o de convenios diferentes en otros casos.

Tanto las trabajadoras de las residencias como las trabajadoras a domicilio, en su mayoría mujeres, han tenido que luchar constantemente por unas condiciones laborales dignas para intentar mejorar su situación, ya que no ha venido mejora por de parte de las instituciones, ni siquiera después de la pandemia, ningún paso para regularla y dignificarla. Este sector feminizado y precarizado constituye otro de los daños colaterales de la resolución sexista de los cuidados y es uno de los principales factores de la brecha salarial. En los servicios sociales no hay suficiente desarrollo de las plazas públicas y se ha reducido la atención pública para las necesidades de cuidados. Ante esta situación, las familias que pueden permitírselo tienen que acudir a los servicios privados, teniendo que hacer frente muchas veces a cláusulas abusivas y al incremento exponencial del encarecimiento de las residencias privadas; hablamos de más de 300 euros en ciertos casos. Estos son efectos colaterales del modelo de cheque servicio, contrario a la ley. 2.800 familias se encuentran en esta situación en Araba, Bizkaia y Gipuzkoa, según datos de Behatuz.

Frente a las cortinas de humo que han impuesto algunas, que en vez de responder a la interpelación hecha sobre el sistema público de cuidados del movimiento feminista han impuesto un debate sobre la posible festividad para el 8 de marzo del año que viene, nosotras creemos en la necesidad de responder a esta realidad. Debemos responder a la interpelación y activarnos. Es responsabilidad de las instituciones, de la comunidad, del sistema que se nutre de estos cuidados, de las empresas y de los hombres, que se han enriquecido gracias al trabajo precario o gratis hecho por las mujeres. Y por eso, asumimos la responsabilidad desde el ámbito en el que estamos y nos unimos al llamado de juntarnos entre todas para buscar soluciones integrales frente a ésta crisis. Frente a la parálisis de algunos o las cortinas de humo de otras, nosotras damos la cara, estamos aquí, y el 8 tomaremos las calles junto al movimiento feminista.

Necesitamos de inmediato medidas integrales que hagan frente de manera adecuada a esta situación de crisis, en todos los ámbitos y niveles, y para ello, es fundamental activar este sector y empezar a poner nuevas soluciones sobre la mesa. Es el momento de aferrarse a la vida en condiciones dignas y justas: eso implica aplicar un punto de vista feminista en todas las políticas que se impulsan desde las instituciones. Ante la parálisis que genera entre cierta gente la crisis, nos sumamos a la convocatoria del movimiento feminista. Es hora de pasar de los discursos vacíos a la implementación y construcción de vías para el trabajo conjunto y la defensa del sistema público.