Lara VILLALÓN

La ira contra Erdogan llega a los estadios de fútbol

¿Puede un espectador de fútbol expresarse contra el Gobierno en un estadio de fútbol? Es un debate que ha regresado a Turquía estos días, sobre la libertad de expresión y la politización del fútbol con motivo de la ira contra la gestión del terremoto por parte del Ejecutivo islamista de Recep Tayyip Erdogan.

Recogida de juguetes para menores afectados por el seísmo en el estadio del Besiktas, en Estambul
Recogida de juguetes para menores afectados por el seísmo en el estadio del Besiktas, en Estambul (AFP)

Tras interrumpir la liga durante dos semanas por el terremoto y con el abandono de dos clubes afectados, poco a poco vuelve la normalidad a la Süperlig turca y otras categorías.

En el primer encuentro en los estadios del Fenerbahçe y el Besiktas una muchedumbre empezó a corear «¡Gobierno, dimite!» y «Veinte años de mentiras y engaños, dimite!», una crítica contra la gestión del Gobierno del partido islamista AKP por su manejo de la crisis.

En varias ciudades afectadas se ha criticado la lentitud del despliegue de las labores de rescate -que no llegaron hasta dos días después del terremoto- y la falta de necesidades básicas para la gente que se ha quedado sin hogar, como agua potable, baños o tiendas de campaña.

Poco después de que vídeos de los cánticos aparecieran en redes sociales, el líder del partido panturco MHP y aliado del AKP en el Parlamento, Devlet Bahçeli, condenó «el uso sucio del deporte en política» y exigió que los clubs intervinieran para acallar a sus fans, con la amenaza de hacerles jugar a puerta cerrada.

«Estos cánticos son una expresión de crítica de la sociedad en los estadios. En las gradas hay familias, jóvenes, gente mayor. No tienen otro sitio donde expresar su rabia porque no se permiten las protestas en la calle, ni en las redes», señala un hincha del Besiktas. «Además el Gobierno ha cerrado los campus universitarios para alojar a víctimas del terremoto, pero la mayoría de gente piensa que lo ha hecho para evitar protestas estudiantiles».

Poco después el ministro del Interior, Suleyman Soylu, reiteró que no «se debería convertir los campos de fútbol en plazas políticas» y advirtió de que el Gobierno tomará medidas.

«Cuando Devlet Bahçeli o el ministro Soylu dicen que la política no debe interferir en el fútbol, quieren decir que las voces de la oposición no deben alzarse desde las gradas, todos lo sabemos» señala Burkal Efe Sakızlıoğlu, presidente de la Asociación de Derechos de los Aficionados (THD).

Las declaraciones del Gobierno provocaron un aluvión de comunicados de los clubes de fútbol y asociaciones de fans, algunos apoyando abiertamente al Gobierno y otros reivindicando su libertad de expresión en los estadios.

Mientras, los cánticos se han extendido a partidos de segunda división y a otros deportes, como el baloncesto. La prensa deportiva anunció que la Federación Turca de Fútbol (TFF) invitó a los clubes esta semana para discutir una liga sin espectadores y se espera que anuncien su decisión en los próximos días.

Las fuerzas de seguridad de Kayseri, una provincia en el centro de Anatolia, prohibieron el acceso de los fans del Fenerbahçe como afición invitada al encuentro con su equipo. «Declaramos públicamente que la comunidad del Kayserispor apoya al Estado y la nación, comparte el dolor de la nación de estos días, está en contra de la política sucia y la humillación que intenta dominar los estadios y lo condenamos», señaló el club en un comunicado.

Hace una década, las autoridades turcas prohibieron sin éxito los eslóganes políticos en los estadios tras las protestas antigubernamentales de Gezi, las manifestaciones más multitudinarias que ha vivido el país en décadas. En un intento de controlar a la afición en los estadios, se introdujeron medidas como prohibir la entrada a los partidos de espectadores específicos o de gradas enteras, o la presencia de policías que graban a los hinchas con sistemas de reconocimiento facial.

En medio del debate sobre la politización de los estadios, en un partido de tercera división, hinchas del Bursaspor lanzaron navajas, piedras y balines en un ataque racista contra los jugadores del Amedspor, club de Diyarbakir, la mayor ciudad kurda del país. Las autoridades no interrumpieron el juego. Fans del equipo y partidos políticos han criticado la permisividad de las autoridades ante el ataque racista en un campo de fútbol.

«La Federación Turca de Fútbol (TFF), que permitió que se jugara el partido, la Oficina del Gobernador, la policía y todos los oficiales que permitieron que esos elementos criminales entraran no tomaron ninguna precaución ni siquiera en el campo, son claramente culpables y están involucrados en el crimen. Deberían renunciar de inmediato», ha denunciado el partido prokurdo e izquierdista HDP, tercera fuerza en el Parlamento.