Xole ARAMENDI ALKORTA
BILBO
Elkarrizketa
GALDER IRUSTA
Dramatugo, director de cine y guionista

«He intentado ser el mensajero de Öcalan; la voz principal es la suya»

Galder Irusta ha querido ejercer de altavoz del pueblo kurdo y su lucha en “La celda sin noche”. De la mano de Tanttaka, la obra pisa por primera vez los escenarios de Euskal Herria. El autor lleva a escena la evolución del pensamiento de Abdullah Öcalan en base a acontecimientos ocurridos en un calabozo eternamente iluminado y en total aislamiento.

 

(GARA)

«Me parece de lo más interesante que se propone políticamente en el siglo XXI y quería profundizar más en ello», afirma Galder Irusta (Bilbo, 1995). Esta ha sido la motivación del director, guionista, editor y productor de cine -tiene firmados cerca de 50 cortometrajes- a la hora de elegir al protagonista de su proyecto como dramaturgo, Abdullah Öcalan.

Por una parte, en la obra ha querido plasmar su propuesta política y por otra, cómo llega a ella. «El PKK está en lucha armada contra el Estado turco desde hace casi 30 años. Es una lucha armada de corte marxista-leninista clásico, como se ha visto en otros lugares del mundo, cuyo objetivo es un estado kurdo independiente. Öcalan, tras ser encarcelado, cambia de postura y defiende que los ejes del movimiento kurdo deberían ser el confederalismo, la democracia directa y el feminismo. Es muy radical y rompe con la imagen que tenemos en Europa de Oriente Medio», explica.

«La pregunta que me fascinaba, me inquietaba y quería plasmar en el escenario es qué le pasa emocionalmente a un ser humano -está completamente aislado en una celda, sufriendo la vulneración de derechos humanos, sin visos de salir nunca de allí- para no renunciar a sus ideales porque ha sido ‘derrotado’, digamos, ni aferrarse a ellos porque es la única alternativa. Su cuestionamiento lo lleva a buscar un nuevo horizonte para esos mismos ideales y crear esa transformación tan compleja dentro de una situación extremadamente violenta e injusta», continúa.

Tres voces

Su objetivo es trabajar con el espectador a través de la conexión emocional con lo que está viendo. «Creé tres especies de avatar de su pensamiento. No son Öcalan, su ángel y su demonio, sino tres versiones de su pensamiento que existen dentro de sus propios textos. Son tres partes de él que intentan convivir en la vivencia y a la vez encontrar ese horizonte. Son el guerrillero -el hombre joven que quiere demostrar la lucha sin ningún resquicio de derrota-, la filósofa que piensa que hay que cuestionarse el camino recorrido para ir más allá y por último el campesino, el hombre más cercano a la edad actual de Öcalan, que es el que dice ‘qué hacemos aquí, yo quiero estar en mi casa plantando tomates… ¿Ha merecido la pena si vamos a estar encarcelados de por vida en este zulo?’», cuenta.

El montaje teatral nos sitúa en 1999 en una isla-prisión de máxima de seguridad de Imrali, al sur de Estambul, donde Öcalan es el único prisionero. Permanece recluido en una celda eternamente iluminada -de ahí el título- y en total aislamiento.

El líder del PKK, condenado a muerte, lleva encarcelado 24 años. La obra se estructura en base a acontecimientos sucedidos en la celda. «Es una parte menor, la parte central es el material que ha dejado escrito, incluidas varias frases textuales», señala.

Para el autor ha sido una grata sorpresa saber que la obra cuenta con el beneplácito del movimiento kurdo. «Miembros del Movimiento por la Liberación del Kurdistán vinieron el domingo a Donostia y les gustó mucho, salieron muy emocionados. Estaban muy satisfechos con el dispositivo escénico. Para mí era la prueba de fuego. Estaba aterrado, porque mis fuentes han sido limitadas y lo había escrito pensando en el público que no conoce a Öcalan. Pero no solo le han dado el visto bueno, les ha entusiasmado. Lo quieren usar como plataforma de divulgación no solo de pensamiento de Öcalan, sino de denuncia de su situación. Quieren hacer una gira por Alemania, EEUU y América Latina. Su causa está muy olvidada en Europa y el pueblo kurdo está siendo muy machacado», denuncia.

Realidad

«He intentado ser el mensajero de Öcalan; la voz principal es la suya, no la mía. Dramatizo para dar entretenimiento al espectador, algo necesario para que cale el mensaje. Pero todo lo que está representado en la celda, todo es real», indica.

Mireia Gabilondo dirige este montaje que se lleva a escena tras ser seleccionada dentro del programa Nuevas Dramaturgias en 2019, impulsado por ANTZ3RKIZ, que aglutina al Teatro Victoria Eugenia de Donostia, el Teatro Principal de Gasteiz y el Teatro Arriaga de Bilbo.

Tras ser seleccionada, “La celda sin noche” ha tomado cuerpo en una coproducción entre los tres teatros vascos y el Ministerio de Cultura de Costa Rica. De hecho, el estreno se produjo en julio en San José. Y ahora la obra llega aquí con el reparto original, compuesto por los costarricenses Andrés Montero, Noelia Campos y Roberto Bautista. Tras estrenarse en Dferia, se vio ayer en Bilbo y mañana estarán en Gasteiz.