Maite UBIRIA
BAIONA
UNDÉCIMA JORNADA DE MOVILIZACIÓN POR LAS PENSIONES

Los que no tragan con la reforma de Macron vuelven a tomar las calles

En ambiente soleado y con muchos visitantes «sureños» en una Baiona que inauguró ayer su Feria del Jamón, miles de personas -15.000 según la intersindical- volvieron a decir que «no tragarán» la reforma que eleva a 64 años la edad de retiro.

La marcha de Baiona congregó a generaciones curtidas y a jóvenes que toman el relevo.
La marcha de Baiona congregó a generaciones curtidas y a jóvenes que toman el relevo. (Patxi BELTZAIZ)

Desde una hora antes de que arrancara la manifestación contra la reforma de las pensiones en las calles del centro de la capital labortana eran bien palpables los contrastes de una jornada en que se mezclaron colores y ambientes de todo diferentes.

De una parte, los de esa undécima movilización para decir «no» al propósito de retrasar en dos años la edad de jubilación y de implementar en paralelo los 43 años de cotización; y de otra, los de la Feria del Jamón que, desde hoy y hasta el domingo, suscitará el apetito de una multitud, tanto de locales como de foráneos.

El día festivo en el sur de Euskal Herria se dejaba sentir igualmente con muchos visitantes en los puntos de interés de la capital labortana, aunque algunos, como Nagore e Iñaki, optaron por acercarse primero a la movilización, atraídos por «esa lucha tan larga para defender las pensiones» antes de perderse en el ambiente de una ciudad que vive el mercado de charcutería de Pascua casi como un entrenamiento cara a sus fiestas patronales.

Los mensajes de «ostalariak kexu», pegados a las puertas de no pocos locales, trasladaban el malestar de los taberneros por la limitación horaria nocturna impuesta desde la Alcaldía, a la que, por cierto, también dirigieron ayer sus críticas, aunque por otras razones, los ciudadanos que, en nueva demostración de paciente resistencia, se sumaron a una nueva «procesión cívica» por las pensiones.

Contra el alcalde

La marcha, que volvió a su recorrido habitual, enlazando el barrio de Saint-Esprit con la rotonda de Saint-Léon, partió con el tradicional «cuarto de hora baionarra» de retraso, a eso de las 10.45, y se adentró, bajo el humo de las bengalas, en el centro de la ciudad, con un primer momento fuerte, precisamente, al paso del Ayuntamiento.

Ante el Consistorio al que los hosteleros le reprochan que no escuche sus demandas, arreciaron los gritos y el ruido de los petardos. Y se corearon también algunos lemas desde la megafonía contra el alcalde, Jean-René Etchegaray, que ha oficializado recientemente su afiliación al partido Renaissance, la plataforma política de Emmanuel Macron.

«Ni en Matignon ni en el Elíseo se resolverán nuestras demandas», entonaron los manifestantes, un día después de que los representantes de la intersindical acudieran al encuentro de la primera ministra, Elisabeth Borne, en París.

Esa reunión, la primera en tres meses, no arrojó resultados, lo que hizo que el cursor volviera a situarse ayer en las calles, a la espera de que el Consejo Constitucional se pronuncie, el 14 de abril, sobre los recursos interpuestos contra el texto aprobado vía 49.3.

«¿Estamos cansados?»

Tras abroncar al Consistorio, los manifestantes se dirigieron hacia la avenida Paulmy, entre cantos invitando a Macron a «meterse por...» una reforma a la que expresan su rechazo más del 70% de los ciudadanos del Estado francés, según reiteran semana a semana las encuestas. Y ello pese a que haya pasado casi un trimestre desde que arrancaran las movilizaciones, el pasado 19 de enero.

Como el tiempo deja su huella, desde la megafonía se preguntaba ayer: «¿Estamos cansados?». Cuestión a la que los presentes respondían, a cada vez, con un sonoro «no».

Con todo, ayer hubo menos personas en las calles de Baiona, ya que, incluso dando por bueno el balance de 15.000 personas ofrecido al final de la marcha por la intersindical, la participación, con ser más que digna, se alejo bastante de las marchas más grandes.

Es el caso de la celebrada el 11 de febrero, y que reunió a 25.000 personas, siempre según los sindicatos, o de la que congregó a 23.000 en el más cercano 8 de marzo.

Con todo, la jornada no permitió ni mucho menos asentar la idea de que «el movimiento muere por agotamiento», según resumió en su intervención final una portavoz de la intersindical. Es más, ofreció, si no en lo cuantitativo, sí en los cualitativo, novedades interesantes.

Bloque morado y jóvenes.

De una parte, a iniciativa de Bagera-Nous Sommes, y con el apoyo de otros colectivos como Xutik, PAF o Planning Familial, se conformó un bloque morado (purple bloc).

Cécile y Catherine, dos de sus integrantes, explicaron a GARA que las organizaciones feministas quisieron así unirse a esa «cólera social» provocada por la aprobación con el 49.3 de una reforma de pensiones que «pone en cuestión los derechos de las mujeres».

Además de las integrantes del bloque morado, también los jóvenes se sumaron a la protesta sindical en un cortejo que se hizo bien visible.

En un grupo de chavales con cartel individual estaba Jerôme que explicaba que acudió ayer a la marcha porque «como ya hemos pasado las especialidades del Bac, ahora estamos más tranquilos para aportar a esta lucha».

El nutrido cortejo de jóvenes amenizó la espera de la toma de palabra por los sindicatos marcándose unos bailes, lo que le mereció una doble ovación al final de una movilización que, por si había dudas, «no es el final de nada», advirtieron sus convocantes.

Una marea social que no se detiene

Los sindicatos franceses advirtieron ayer al Gobierno del presidente Emmanuel Macron que mantendrán la presión y sus movilizaciones mientras no se retire la reforma de las pensiones, incluso si el Consejo Constitucional la valida la semana próxima. «Pase lo que pase, la movilización continuará mientras no se retire la reforma», subrayó la nueva líder de la Confederación General del Trabajo (CGT, segunda central sindical del Estado francés), Sophie Binet, al comienzo de la manifestación organizada en París.

Binet explicó que la undécima jornada nacional de protesta en menos de tres meses, organizada de forma conjunta por todos los sindicatos, «ha mostrado que la determinación continúa» contra una reforma que retrasará de 62 a 64 años la edad mínima de jubilación y que los sindicatos estiman que «es injusta e innecesaria»

En una línea paralela, el secretario general de la Confederación Francesa Democrática del Trabajo (CFDT, primer sindicato), Laurent Berger, subrayó que «este movimiento sigue contando con el apoyo de la población» y que «el rechazo a esta reforma sigue siendo igual de fuerte».

Situando el prisma ya en la próxima semana, Berger anticipó que su sindicato no cuestionará la legitimidad del dictamen del Consejo Constitucional sobre si la ley que formaliza la reforma de las pensiones, «nos guste o no». Pero añadió que, diga lo que diga el 14 de abril el Alto Tribunal, «eso no quiere decir que dejemos de decir lo que pensamos de esta reforma».

El líder de la CFDT volvió a reafirmarse en que en el Estado francés «una crisis social ha dado paso a una crisis democrática», unas palabras que provocaron la reacción de Macron, que se encuentra de visita oficial en China y que a través de su entorno quiso mostrar su descontento porque a su juicio esas palabras dan a entender que no cuenta con legitimidad para llevar a cabo una reforma que, cabe recordar, ha sacado por decreto. GARA