JAIME IGLESIAS
Elkarrizketa
Pietro Marcello
Cineasta

«Me gusta colocarme al lado de los que no son aceptados por la comunidad»

Nacido en Caserta, cerca de Nápoles, en 1976, comenzó a dirigir documentales en 2004. En 2015 debutó en el cine de ficción con ‘‘Bella e perduta’’ y cuatro años después dirigió ‘‘Martin Eden’’, un apabullante filme político inspirado en la novela de Jack London. Estrenar ‘‘Scarlet’’, donde prolonga su reflexión moral sobre la condición humana.

(CORTESÍA AVALON)

En ‘‘Scarlet’’, Pietro Marcello se inspira en la retórica del cuento de hadas para contar la historia de una joven pobre y huérfana que ha de enfrentarse a un entorno hostil mientras encuentra a su príncipe azul. Pero subvirtiendo el sentido de la representación de los cuentos tradicionales (y sus vínculos con la cultura patriarcal), el cineasta nos presenta a una mujer empoderada como protagonista, a una heroína educada para ser ella quien escriba su propio destino.

Frente a su anterior película, ‘‘Martin Eden’’, que era un filme con un fuerte componente dialéctico y filosófico, ‘‘Scarlet’’ parece casi un cuento de hadas. ¿Cómo afrontó ese cambio de registro?

Yo soy de los que opina que los directores, al final, hacemos siempre el mismo filme por mucho que de un trabajo a otro haya diferencias. ‘‘Martin Eden’’ fue una película de una complejidad discursiva sin parangón, mientras que ‘‘Scarlet’’ es una obra casi de urgencia rodada bajo la pandemia, con lo cual carece de la estructura narrativa y de producción de un filme al uso. El tono de cuento de hadas viene por ahí un poco, porque trabajando en un registro de fábula uno tiene un mayor margen de libertad en la evocación de ciertas ideas.

No obstante, aquí también hay un fondo político y no sé si eso validaría la idea de que se trata de obras complementarias.

Son dos películas que comparten una cierta metodología en su realización, pero no creo que tengan más conexión que esa. ‘‘Scarlet’’ es una obra de transición. Con esa película he pasado de la gran novela al cuento infantil, por así decirlo, pero eso es algo que tengo claro ahora; en el momento de rodarla no me lo planteé así, no tengo un control sobre mi carrera. De hecho, después de ‘‘Martin Eden’’ hice esta película, un documental sobre Lucio Dalla y otro sobre la juventud italiana. En todo caso, se trata de una película que he rodado de manera instantánea, sin procesarla tanto como ‘‘Martin Eden’’.

En ‘‘Scarlet’’ habla de un grupo de marginados sociales que, brindándose mutuo apoyo, encuentran la felicidad y desarrollan una suerte de comunidad alternativa frente al egoísmo de sus semejantes. Por eso le comentaba lo del fondo político que atesora el filme.

Bueno, los protagonistas de esta película no están aceptados por la comunidad de la que forman parte, entonces ellos lo que hacen es crear una comunidad al margen, su pequeña corte de los milagros, por así decirlo. Yo creo que aunque esté ambientada al final de la I Guerra Mundial, ‘‘Scarlet’’ es una película sobre la familia moderna donde la educación y los afectos tienen más peso que los vínculos de consanguinidad. Juliette, la protagonista, es producto de una educación y Raphaël, su padre, es un padre moderno, que no representa los valores del patriarcado. Se trata de un filme que me ha acercado mucho a la idea de pedagogía.

Apelando a esos vínculos de solidaridad y cooperación, la película plantea una alternativa a las dinámicas individualistas. ¿Fue esa su intención?

No sé si se puede hablar de intención, pero qué duda cabe de que esa idea está vinculada con mi propia sensibilidad y tiene su reflejo en mi cine, en el modo en que cuento las historias y también en las historias que cuento. Como creador tienes que ubicarte y decidir en qué lado estás.

Y usted está del lado de los débiles ¿es así?

Me gusta colocarme al lado de aquellos que no son aceptados por la comunidad, como Raphaël, un soldado que vuelve de la guerra arrastrando todos sus traumas y que reniega de su condición de héroe, motivo por el cual se le cuestiona, se le margina y se le aparta de las dinámicas comunitarias tachándolo de cobarde, de poco hombre. En todas las comunidades hay casos así, los hombres ejercen su poder sobre los demás desde la maldad.

En este sentido, su mirada, además de antipatriarcal, es bastante feminista en ese retrato que hace de una mujer libre, independiente y empoderada que planta cara a esa comunidad que la margina.

Después de una película con mirada tan marcadamente masculina como ‘‘Martin Eden’’, me apetecía rodar una historia en clave femenina, inspirada por mi propia hija, por eso es una película que dedico a todas las hijas del mundo.

‘‘Scarlet’’ es una película que me ha ayudado a mejorar, a emanciparme de esa mirada masculina, aunque aún estoy en ello. El camino es largo.

En una entrevista usted decía que le interesa que sus películas contengan preguntas morales respecto al tiempo que nos ha tocado vivir. Dirigir su mirada a la Historia y, concretamente, al período de entreguerras, ¿tiene que ver con esto?

Creo que el hecho de haber hecho dos películas casi consecutivas sobre este período es un poco casual. Obviamente, lo que cuento tanto en ‘‘Scarlet’’ como en ‘‘Martin Eden’’ puede tener reflejo en nuestro presente, pero para la representación de este prefiero acudir a las herramientas del documental. Cuando hago un filme de ficción puedo hablar del pasado, del presente o del futuro, pero de un modo más indeterminado, más poético. Dicho lo cual, es obvio que me interesa el relato histórico y visitar el pasado siempre es más fácil que reflexionar sobre el presente.

Pero me imagino que, al mismo tiempo, es también más doloroso ¿no?

Sí pero ese es el peaje que uno debe pagar al hacer un ejercicio de memoria histórica. Resulta doloroso pero también necesario. Alguien tiene que explicar a los jóvenes que hace 70 años Europa estaba incendiada, sobre todo viendo lo que sucede hoy. La Historia de la Humanidad es demasiado corta y las calamidades se repiten.

Esa mirada al pasado está presidida por un espíritu no sé si nostálgico pero sí de añoranza, al menos en el modo en que recrea una cierta estética.

Bueno, porque me atraía la idea de mostrar un mundo que, poco a poco, va desapareciendo, es un poco parecido a lo que ocurre hoy.

En el período de entreguerras el cine como medio de representación alcanzó su momento de máxima pureza, pero fue un momento muy efímero. Después llegaría el sonoro para convertir al cine en un medio de propaganda al servicio de los totalitarismos. Con el paso del tiempo llegaría incluso Berlusconi y el audiovisual perdió la poca credibilidad que le quedaba (risas).

En todo caso, ese halo lírico que destila un filme como ‘‘Scarlet’’ está muy en consonancia con la tradición del realismo poético que eclosionó en el cine francés de aquella época.

Sí, bueno, es la primera vez que ruedo fuera de Italia y tampoco quería que la película resultase ‘‘muy francesa’’, aunque al final me ha salido un filme muy francés, algo que es inevitable trabajando en francés con actores franceses (risas). Por otro lado, están los paisajes, con esos colores tan característicos… Pero en el fondo, el cine italiano siempre ha estado muy próximo al cine francés, así que tampoco el hecho de rodar esta película ha constituido un desafío en ese sentido.