Mikel INSAUSTI
CRÍTICA: «ALGUIEN QUE CUIDE DE MÍ»

La dama del teatro, la superviviente y la estrella

La influencia almodovariana sirve de intermediación entre Elvira Lindo y Hollywood, porque de allí nos vienen los grandes melodramas sobre las estrellas entre bambalinas. “Alguien que cuide de mí” (2023) se acoge a esa tradición melodramática y rutilante, con sus ascensos y caídas, con sus momentos de gloria y sus descensos a los infiernos. Y lo compendia muy bien, ya que la película se divide en tres actos (“No pueden llamarlo amor”, “Juntos somos invencibles” y “Cómo llegué aquí aquella noche”), y reparte el protagonismo entre tres actrices de tres generaciones, representadas de mayor a menor por Magüi Mira, Emma Suárez y Aura Garrido. De la vieja dama del teatro a la joven estrella, pasando por la superviviente. Así es como la llama su propia hija cuando dedica el Goya que acaba de recibir a su madre y a su abuela. Un simple detalle que sirve para dejar claro que la conexión entre abuela y nieta es mejor que la existente entre madre e hija.

En su estreno en la dirección, al alimón con la argentina Daniela Fejerman, Evira Lindo ejerce más de guionista y dialoguista, que es, en definitiva, lo suyo. La presentación de “Alguien que cuide de mí” en la sesión inaugural del Festival de Málaga suscitó algunas críticas adversas, que achacaban a la película el ser más teatral que cinematográfica. Si por tal entendemos que la dramaturgia funciona mejor que la pura narrativa fílmica, que abusa del recurso del flashback, eso es así. Pero me parece justificado, si tenemos en cuenta la fuerte presencia de tradición escénica de Magüi Mira o la de un magistral Pedro Mari Sánchez. Y, además, la trama gira en torno a un montaje chejoviano de “La gaviota”. A las diferencias inherentes a toda relación familiar e intergeneracional, en el caso de estas tres mujeres se suman las relativas a su profesión, por demás egocéntrica y competitiva. Las separan problemas de comunicación interna, agravados por vivir etapas muy diferentes.