Natxo MATXIN
OSASUNA

Descomunal ejercicio defensivo para certificar que hay relevo y banquillo

Arrasate dio minutos a Torró y Chimy Ávila para probarles de cara al sábado, Herrando tuvo un debut agridulce tras su expulsión y el equipo realizó un derroche físico en inferioridad durante una hora.

Aitor Fernández fue un auténtico muro hasta el minuto 85.
Aitor Fernández fue un auténtico muro hasta el minuto 85. (Lluis GENÉ | AFP PHOTO)

Si el once que salga el sábado a La Cartuja le pone el mismo alma que el que jugó ayer en el Camp Nou, se podrá perder o ganar, pero de lo que no cabe duda es de que la afición rojilla estará orgullosa de los suyos, independientemente del resultado que se dé. Y es que el equipo que puso en liza Jagoba Arrasate -nueve cambios respecto a la Real- realizó un descomunal ejercicio defensivo que estuvo en un tris de recibir la merecida recompensa.

Solo un balón bombeado a falta de cinco minutos para la conclusión, que no pudo ser defendido por la agotada zaga rojilla, se interpuso en el camino de dicho premio, después de que Jordi Alba -únicamente sabe él si le quiso pegar a la pelota con semejante intención o le salió sin más- consiguiese lo que no habían podido hacer con antelación sus compañeros, alojar la pelota en las redes ante la desesperación de un Aitor Fernández que hasta entonces le había echado el cerrojo a su meta.

El equipo volvió de vacío de Barcelona, pero dejó patente que tiene una capacidad de sacrificio y solidaridad digna de admiración, especialmente ante la adversidad. Con la que tuvo que lidiar durante más de una hora, después de la expulsión de Herrando (m.27), quien tuvo un amargo debut liguero con el primer equipo.

Pese a semejante contrariedad y frente al que en pocas semanas se va a convertir en el campeón liguero, Osasuna no solo se pertrechó con orden y criterio, sino que incluso cuando pudo y encontró vías de salida se atrevió a llegar con un buen número de efectivos a las inmediaciones de Ter Stegen, quien incluso se vio obligado a intervenir.

No tanto como Aitor Fernández, que estuvo inconmensurable bajo palos, impidiendo que los anfitriones se pusiesen antes por delante en el marcador en aquellas ocasiones en las que consiguieron embocar entre los tres palos, bastantes menos que las que fallaron los azulgranas en su mal endémico de la presente campaña, pese a que vayan a hacerse con el título.

PROBANDO, PROBANDO...

El encuentro no solo fue un ejercicio de resistencia defensiva, sino también una inmejorable oportunidad para testar a aquellos que se han mantenido entre algodones en las últimas semanas. Salvo problemas de última hora, Lucas Torró y Chimy Ávila pasaron la exigente prueba física con nota, siendo relevados para la última media hora.

Esa fue, sin duda, una de las mejores noticias, pese a la derrota, saber que Arrasate va a disponer de la práctica totalidad de sus efectivos para un encuentro que nadie se quiere perder, demostrándole al técnico de Berriatua que todos ellos están muy metidos, que hay profundidad de banquillo y savia nueva que viene pegando, y que cualquiera puede ser el protagonista inesperado de un envite histórico, como ya ocurrió con Ibáñez en San Mamés.

El osasunismo ya está con el chip copero y preparando las maletas para un desplazamiento masivo, con la ilusión por bandera de superar a un partido a los actuales campeones mundiales. Si la escuadra navarra saca la misma casta sobre el césped de La Cartuja que la que se vio en el Camp Nou, cualquier cosa es imposible, pese a la dificultad del reto.