Ainara LERTXUNDI
DONOSTIA
Elkarrizketa
Viengsay Valdés
Primera bailarina y directora del Ballet Nacional de Cuba

«Alicia Alonso me dio consejos que llevo conmigo por su valor»

La primera bailarina Viengsay Valdés reemplazó a Alicia Alonso en la dirección del Ballet Nacional de Cuba, que ayer actuó en el Kursaal de Donostia. Discípula suya, afirma en entrevista a GARA que la legendaria bailarina cubana fallecida en octubre de 2019 es «el más alto ejemplo de trabajo cotidiano que pueda tener un bailarín».

(Leysis QUESADA | BALLET NACIONAL DE CUBA)

 

¿En qué momento está el Ballet Nacional de Cuba tras la pandemia y el endurecimiento de las sanciones de EEUU?

Tenemos el compromiso de conservar la tradición y enriquecerla, de honrar nuestra historia y ampliarla. El Ballet Nacional de Cuba (BNC) no es ajeno a la compleja situación económica del país, que afecta a toda la sociedad, de la cual somos parte. Y hemos tenido que reponernos al inmovilismo de una pandemia; pero hemos seguido defendiendo el arte y la escuela cubana con todas nuestras fuerzas. El momento actual es de sacrificios y de luchar con el corazón.

¿Cómo asumió el desafío de dirigir la compañía?

Con responsabilidad y entrega, con la convicción de que debemos ser muy respetuosos con el legado histórico, con ese gran aporte a la danza universal que ha sido la escuela cubana de ballet y la orgullosa trayectoria de más de siete décadas del BNC. Pero no podemos seguir viviendo de las glorias pasadas, hay que construir nuevas obras, desde perspectivas artísticas actuales, proyectarnos hacia el futuro y mantener un lugar de relevancia a nivel internacional. Esto por supuesto que entraña desafíos, retos, porque nuestra compañía no dispone del presupuesto de otras del primer mundo para contratar coreógrafos, pagar derechos de autor de tantas coreografías que los bailarines de hoy soñamos con bailar o construir producciones ambiciosas. Tenemos que encontrar formas, caminos, tejer amistades y obrar con inteligencia. Hay mucho trabajo por hacer todavía para que las nuevas generaciones de artistas quieran seguir haciendo arte dentro de la compañía y en su país. Esos son, en resumen, algunos de los objetivos actuales. Me da satisfacción el hecho de haber planteado desde un principio el enriquecimiento del repertorio y la versatilidad estilística, creo que pese a los problemas económicos esto se ha ido logrando.

La fuga de talentos es un reto que enfrentan muchas sociedades. ¿Cómo lo afronta desde de la dirección del BNC?

Como bien ha dicho, es algo común en muchos países y sociedades, y es un fenómeno que siempre trae consecuencias para quienes se quedan, desde el punto de vista humano y profesional, tanto para las familias como para los compañeros de trabajo.

Desde la dirección del BNC, intento de afrontarlo con la mayor comprensión posible, y una realidad tan diversa como la que vivimos obliga a preparar a más bailarines, a contemplar opciones y a propiciar el crecimiento técnico-interpretativo desde más jóvenes que en mi época de inicio profesional. Está pasando así en todas las compañías.

¿Qué representa Alicia Alonso para el ballet en Cuba?

Un paradigma, el más alto ejemplo de trabajo cotidiano que pueda tener cualquier bailarín, porque era una trabajadora incansable, ejemplar. No resulta fácil interpretar sus versiones coreográficas de los clásicos con las dificultades técnicas e interpretativas que ella demandó. Somos muy vigilantes en esto y, por tanto, los bailarines deben alcanzar un nivel alto; de lo contrario, no lograrían bailar un clásico con el grado de dificultad que tienen nuestras versiones y que las hacen tan aplaudidas y únicas. Eso se lo debemos a Alicia. Su ejemplo, perseverancia, exigencia y amor incondicional a la danza son y serán fuentes de inspiración.

¿Qué le ha aportado el ballet?

Mucha disciplina, el hecho de ser una persona ordenada, trabajadora, estudiosa, constante en mis propósitos, que no se rinde fácilmente ante los obstáculos. Me ha aportado una visión del mundo mediada por el arte, lo cual a veces me hace ser, quizás, un poco soñadora, pero también exigente. Me ha brindado carácter y mesura.

¿Qué aprendió de Alicia Alonso como discípula suya?

Alicia me transmitió muchísimos consejos artísticos que llevo conmigo por su enorme valor; pues fueron consejos no solo para el momento de interpretar un personaje, sino lecciones claves dentro de la carrera de una primera bailarina. Por ejemplo, me dio consejos sobre cómo dialogar con la prensa, cómo actuar, hablar, comportarse, analizar los personajes, cómo desmenuzar una escena... A lo largo de años, ella me aconsejó muchísimo y sus indicaciones, para mí, constituyeron grandes enseñanzas. Aprendí también de su virtuosismo y técnica prodigiosa, de su elegancia y la manera de preocuparse por la técnica y la interpretación, sin descuidar ni uno ni lo otro.

¿Qué cualidades le exige a un bailarín?

Constancia, ser muy consciente, autoexigencia, estar atento a los detalles, estudiar. Es importante mantenerse bien físicamente, no conformarse y no dejar de buscar siempre la perfección de los pasos de la técnica y, luego, simplemente disfrutar de lo que haces.

¿Cómo definiría al bailarín cubano?

El famoso crítico inglés Arnold Haskell fue quien mejor caracterizó a los bailarines cubanos y a nuestra escuela, él sustentaba: ‘La cubana es flexible y rítmica, tiene un

natural y una gran extensión. Es sensual y parece que acaricia la música. La bailarina expresa su psicología nacional. La cubana es esencialmente una persona generosa y expansiva, y esto se refleja en el baile. Hay ataque e inmediato contacto con el público’. A la escuela cubana de ballet la determina todo esto y eso lleva a sus bailarines a expresarse con una dinámica y a poner acentos a ciertas secuencias y pasos.

La relación de pareja nos distingue, los buenos partenaires, el deseo de girar y saltar más, pero también de comunicar bien, de interpretar un personaje para llegar al corazón del público, porque esa relación con el auditorio es muy importante para la forma de sentir de los artistas cubanos. Para nadie es un secreto que las capacidades técnicas de los cuerpos evolucionaron en el mundo entero y se incrementaron con los años. Esto se ve en los deportes, en el ballet, en todo. Hoy se asumen mayores riesgos físicos y los bailarines de todo el planeta se prueban en retos superiores a los de antes. Pero aún en la búsqueda de ese virtuosismo técnico, nosotros mantenemos y respetamos el estilo de la tradición romántico-clásica que nos legaron los fundadores.

¿Qué lo identifica sobre un escenario?

Al padre del ballet cubano, Fernando Alonso, le gustaba resaltar la sensualidad de los bailarines cubanos y su manera de expresar la música. Él hizo un estudio profundo de la fisonomía del cubano y, tomando como modelo a Alicia Alonso, estableció formas características de hacer los pasos universales del ballet, por eso tenemos sello propio, por eso logró formar una escuela.

La musicalidad es algo innato de los cubanos. Llevamos el ritmo en la sangre y nuestros bailarines se caracterizan por esa química de la pareja, la capacidad de comunicarse entre los compañeros, de vivir la escena como un diálogo, como una experiencia compartida en la cual prima el trabajo en equipo.

A la vez, llama la atención los altos saltos de los chicos, por su potencia muscular, y los giros múltiples. En las mujeres, la fortaleza en las puntas, los balances sostenidos y la fragilidad en el baile.

¿Cómo se logra una buena combinación entre técnica y emoción?

Con trabajo, porque solo la práctica nos permitirá crear reflejos condicionados que nos permitan luego salir a escena y no pensar en los detalles técnicos, sino en la historia, y dejarse llevar por la música y las emociones para transmitir la pasión.

¿Qué mensaje trasladaría a las nuevas generaciones sobre el legado de Alonso?

Trabajar todos los días, eso es un concepto que caracterizó a Alicia. Para ella, perder un día era como perder una vida y, como artista, predicó con el ejemplo. Yo misma la recuerdo ya mayor, trabajando en los salones del Ballet Nacional, marcando cada posición con una pulcritud admirable, y eso solo lo logró con su perseverancia. El principal consejo es ese: trabajar cada día y no perder el optimismo.

¿Cómo ve la afición al ballet entre los más jóvenes?

Como algo esencial, porque determina el futuro de la manifestación artística. Los sueños y empeños de las nuevas generaciones incidirán en la forma y nivel de la danza, en Cuba y en el mundo.

¿Se ha superado el «cliché» de que es «cosa de niñas»?

Al menos en Cuba podemos decir orgullosamente que sí. Para eso, los propios fundadores del ballet cubano iniciaron desde mediados del siglo XX admirable que ha dado frutos inestimables. En Cuba, hace mucho que el ballet dejó de ser ‘cosa de niñas’, tenemos una cantera formidable de varones que ha conquistado medallas en diversos concursos y que está bien posicionada en diversas compañías, en calidad de directores, maestros y bailarines.

¿Cómo es el equilibrio entre Viengsay bailarina, Viengsay directora y Viengsay madre?

Me ha tocado una responsabilidad demandante, apenas me doy cuenta de cómo en el día simultaneo tanto y tanto. Creo que hoy día pocas mujeres llevan esta difícil tarea y solo con una buena organización y apoyo se logra. Aún así, no ha sido un camino de rosas y he aprendido mucho en el trayecto.