Carlos GIL ZAMORA
Analista cultural

Dudas razonables más allá de lo inmediato

En este preciso momento histórico, ¿qué sentido tiene que sigan existiendo espectáculos que se hacen en doble versión euskera-español? Hace cuarenta años podía tener un sentido de carácter incluso político. Sobre todo, en ciertos territorios donde la implantación real del euskera era mínima. Por experiencia propia, en los años ochenta del siglo pasado, en Araba, buscar actores y actrices que pudieran actuar en los dos idiomas era, en la práctica, una rebaja implícita de las exigencias artísticas. Hoy estamos en otro punto, pero se siguen haciendo montajes con las dos versiones, se patrocinan, se normalizan y quizás debatir este asunto sin más objetivo que superar prejuicios, asumir la diglosía existente y acotar de una manera clara los públicos a los que se dirige en cada caso la obra o espectáculo sea un paso importante. En el supuesto de que no se opte por hacerlo todo en euskera.Escribo esta entrega desde Budapest, con un idioma muy distinto a la mayoría de la zona y recuerdo que, en la ciudad rumana de Cluj adonde acudo a un festival, existen dos teatros públicos, uno en húngaro y otro en rumano. Y tiene trescientos mil habitantes. La versión única, en cualquiera de los dos idiomas de Euskal Herria es una opción política. Las dobles versiones me parece que tiene un sentido práctico, mercantil, para tener mayor número de actuaciones. Abro el turno a las dudas y las convicciones. A una compañía exitosa en euskera les intento convencer de que sus obras tendrían recorrido en otros territorios peninsulares y me contradigo diciéndoles que, a partir de Miranda de Ebro, la hagan en versión en español. Con buen criterio no me hacen caso.