Mikel INSAUSTI
MATAR CANGREJOS

Tenerife tiene seguro de sol

La encrucijada temporal en la que sitúa su primer largometraje de ficción el cineasta de origen sirio Omar Al Abdul Razzak Martínez se mueve entre el boom turístico de las Islas Canarias y la toma de una conciencia social frente a esa otra nueva forma de colonización capitalista. El eslogan promocional que subió la ocupación hotelera de Tenerife ponía por delante la garantía de los días soleados durante todo el año, pero la vida de la población isleña no se correspondía con la imagen idílica que se pretendía vender. Así lo recuerda el autor de “Matar cangrejos” (2023), un debutante que viene del documental, y que en consecuencia aplica un tono realista a su película. Los juegos de infancia aparecen entremezclados en su particular regreso a los años 90 con la problemática local de la infravivienda, el paro laboral, las agresiones medioambientales con construcciones en primera línea de playa o la inmigración desde África en pateras.

Los dos anteriores largometrajes documentales de Razzak hablaban del sentimiento de pérdida, en “Paradiso” (2013) a cuenta del cierre de la última sala de cine “X” en Madrid, y en “La tempestad calmada” (2016) del fin de la pesca tal como se conocía, con la historia de un barco que sale por última vez a faenar. En “Matar cangrejos” (2023) la referencia elegida es la de la expectación que levantó en Tenerife la llegada de Michael Jackson en 1993, y que se traduce en la decepción que la pareja infantil protagónica experimenta. Soñaban con recibir a su ídolo en el aeropuerto, pero la ansiada cercanía nunca se producirá y todo se verá después muy distante y fugaz.

La pequeña actriz no profesional Paula Campos y Agustín Díaz, que hace de su hermano Rayco, reflejan el desencanto que tiene lugar en el paso de la niñez a la adultez. Su madre les viste con trajes folklóricos, porque así se lo exige su trabajo en un Loro Park, aquí rebautizado como Papagayo Park, para dejarse fotografiar por la turistada.