Luali LEBSER

El Polisario entrena y prepara a sus soldados para las nuevas armas

Más de quinientos cadetes se entrenan cada año en la guerra de guerrillas en la escuela de reclutas del Polisario y los soldados veteranos se reciclan para adaptarse a los nuevos tiempos. GARA ha conseguido acceder a esas instalaciones.

Soldados saharauis desfilan ante la tribuna de autoridades, presidida por Brahim Ghali, para conmemorar el 50 aniversario de la primera acción armada del Polisario.
Soldados saharauis desfilan ante la tribuna de autoridades, presidida por Brahim Ghali, para conmemorar el 50 aniversario de la primera acción armada del Polisario. (Luali LEBSER)

El lugar exacto no puedo decirlo», dice Ahmed Salem Lebsir, de 61 años, director de la escuela polisaria de adiestramiento militar. «Pero está a unos 80 kilómetros de Rabouni», añade Lebsir. Este veterano de la guerra del Sáhara habla con acento cubano. Estudió la carrera militar en Cuba, se graduó con los máximos honores -«el primero de la promoción con la mejor nota de los últimos 10 años», asegura-. Empezó a estudiar una Ingeniería enfocada a trabajos militares, pero el deber le llamó y en 1983 volvío a casa para librar la guerra contra Marruecos. Lideró varias incursiones al otro lado del muro. «Algunas cosas hice bien, no murió ninguno de mis soldados», asegura con orgullo. En los campamentos tiene fama de hombre duro, parco en palabras, pero ávido en acciones. Muchos en Aaiun aseguran que su batallón de las fuerzas especiales capturó a más de 200 soldados marroquíes. «Solo hago mi trabajo por mi país -explica mientras se aleja- El mérito no es solo mío, mis soldados eran los mejores, les entrené con las técnicas cubanas».

Hombre fuerte del Polisario, este nieto, hijo, hermano y sobrino de mártires y desaparecidos, su nombre sonó en el congreso del Frente Polisario de diciembre para varios puestos; jefe de operaciones militares, viceministro de Guerra, jefe de seguridad... Él rehusó todo puesto político aseverando que su posición era militar.

Ante el parón de la contienda por el uso de armamento sofisticado como drones y aviones con señalamiento láser (israelíes en su mayoría, pero también turcos y estadounidense) se quedó como director de la escuela militar del Polisario. «Tengo que pararles los pies a muchos jóvenes, tienen tantas ganas de entrar en combate que quieren ir sin prepararse. No solo es saber atacar o defender. La guerra en el desierto implica supervivencia, y aquí se les enseña también a sobrevivir con lo mínimo», dice.

La fama de duro e inflexible con la educación se ve en el nuevo sistema que ha implementado. «Les mando hacer marchas de días. Cogen el coche (a muchos les enseñamos a conducir), agua, gasoil, armas y munición, harina y unas herramientas. Tienen que venir con las misiones encomendadas hechas, si no mejor que no vengan», dice con una mueca. La escuela tiene capacidad para 1.000 alumnos. Todos pasan por ahí. Aprender a sufrir en su tierra y a ser más que el enemigo es primordial para Lebsir.

«HAY MUCHA COMPETENCIA»

Mohamed Lamin, nacido en enero de 2005, es uno de sus alumnos. «Somos voluntarios, pero todos mis amigos de la escuela han pasado ya o están aquí», asegura. «Esconden minas desactivadas alrededor de una caja que tenemos que encontrar en el desierto, más o menos a un par de días de aquí. Tenemos que traerla. A veces vamos con instructor y nos enseña a preparar breifiza (comida típica del soldado a base de carne y grasa seca de camello, y pan hecho en horno natural de arena). Luego lo escondemos y damos tres indicicaciones. Hay mucha competencia entre reclutas», afirma sonriendo. Sus camaradas se ríen al recordar algún fallo de otro grupo. «Ahmed Salem es duro, pero tiene mucha experiencia y es buena persona. No grita ni pide cosas para dejarte mal», añade Lamin.

Aparte de las largas marchas, en la escuela se imparten otras disciplinas que todo recluta tiene que superar para poder graduarse: uso y mantenimiento del fusil AK, exploración de terreno, marcha marcial, artes marciales, pruebas físicas y estrategia y manejo sobre terreno. «Luego eligen especialización, que pueden hacer en esta u otra escuela. Tenemos blindados de diferentes tipos, uno por cada vehículo que maneja el Polisario. Así ya tienen experiencia con todos », señala Lesbir.

Sin embargo, el punto débil de esta formación son los ataques aéreos. Drones y aviones han hecho que esta guerra adquiera un ritmo que el Polisario no esperaba cuando la retomó en 2020. «Hemos conseguido radares antiaéreos que podemos colocar en el desierto. Muchos de los que hace dos años se alistaron masivamente al comenzar la guerra ya saben utilizarlos. Nos falta algo para los drones, pero les enseñaremos», afirma. «Además, hemos adquirido experiencia en escondernos de los aviones y seguir atacando; y conocemos los puntos débiles de su equipamiento. Mira si no los ataques de Doubs y Meheriz en el último año. Sin conocimiento y educación no puedes hacerlo», dice orgulloso mientras los reclutas desfilan para lograr el visto bueno en Desfile Marcial.