Koldo LANDALUZE
SPIDER-MAN: CRUZANDO EL MULTIVERSO

Dinamitando algoritmos mediante la anarquía

Una de las muchas cualidades que encierra esta maravilla animada radica en que, a partir de un filme arraigado en el imaginario Marvel, transmite un mensaje asociado a la realidad que nos rodea, una mecánica cotidiana en la que estamos sometidos a un incesante y frenético caudal de imágenes. Es decir, la propia apariencia visual del filme pone de manifiesto uno de los males de nuestra realidad tecnológica. Otra cuestión a tener en cuenta es la ácida lectura que se hace del manido recurso del algoritmo con el que se dotan de forma multitud de proyectos hoy en día y que en este espectacular filme se combate sin descanso mediante una fórmula infalible, una exultante anarquía visual y temática que hace saltar por los aires cualquier coherencia lógica zurcida mediante algoritmos. La segunda entrega protagonizada por Miles Morales está llamada a ser una de las obras maestra del cine de animación porque, no solo logra amplificar las posibilidades del filme anterior, sino que abre nuevas vías creativas en las que adquiere una especial importancia el “todo es posible y valido”. Más allá de su orgásmico encadenado de secuencias, elaboradas mediante multitud de estilos que, entre otros muchos, van del cómic al videojuego y pasan por la animación tradicional setentera, “Spider-Man: Cruzando el Multiverso” es un prodigio en su narrativa, creando espacios para diálogos impecables y no exentos de dramatismo, puestos en boca de personajes dotados de empaque y que, más allá de sus superpoderes, son perfectamente reconocibles en nuestra rutina. La película es un festival de luz y diseño nunca antes visto y elude pisar el freno para hacer partícipe al espectador de un viaje alucinante. Buena culpa de ello lo tiene un equipo creativo del calibre de Phil Lord, Christopher Miller y Dave Callaham.