Dabid LAZKANOITURBURU

Coincidencia o consecuencia, drama o responsabilidad

En espera de su alcance en pérdidas humanas, es todo menos casualidad que el penúltimo drama que no cesa en el Mediterráneo haya coincidido en el tiempo con el debate en el seno de la UE sobre el reparto temporal y cuantitativo entre sus países miembros de las personas que solicitan nuestro asilo. No caeré en el refugio fácil de la demagogia buenista de quienes niegan que estemos ante un problema que, como la emergencia climática, marcará la agenda en los próximos decenios.

Un dossier, el de la inmigracion, que partidos y países gobernados por la derecha extrema y xenófoba agitan, tocando la fibra de unas sociedades marcadas por la ansiedad que genera la duda, creciente, de que su progreso social y económico sea lineal. Conciencia de un problema que debería activar los mecanismos para convertirlo en una oportunidad en un continente que envejece a ojos vista.

Repartir migrantes a plazos y so pena de una multa de 20.000 euros por cada uno que se rechace como en un mercado de esclavos o viajar al Túnez del autócrata Kais Saied para convertir al país magrebí en gendarme a cambio de dinero es eludir la responsabilidad. No colonial o postcolonial. Sino con el propio futuro de Europa