Víctor MORENO
Profesor
GAURKOA

Ayer, por comunistas, hoy, por filoetarras

Puede un partido político denominarse de izquierdas y permitir con su estrategia que la derecha se enrame en el poder municipal? Claro. Por decir que no quede. Pero lo decisivo no es lo que se dice, sino lo que se hace. Los partidos políticos, como cualquier sujeto, demuestra su perfil ético y moral mediante lo que pregonan sus actos, no lo que predica por la boca. Hablar es muy fácil, ya no lo es hacer coincidir lo que se piensa con lo que se hace.

En este sentido, ocasiona mucha perplejidad oír a dirigentes socialistas lamentar el espectáculo de las últimas elecciones en distintas poblaciones españolas donde las supuestas izquierdas de toda la vida votaron a la derecha y que, ahora, callen como muertos y no afeen la estrategia que el PSN pretende imponer con el fin, no solo de que el aspirante de Bildu no sea alcalde de Iruña, sino que le ponga la alfombra roja a la derecha. A no ser que el PSN considere que entre su política social e institucional y la de la derecha no se llevan un pelo de conejo de diferencia y da lo mismo quién gobierne la ciudad. Y mientras no lo haga Bildu, perfecto. Porque esa es la cuestión final: que Asiron no sea alcalde.

La pregunta es por qué el PSN tiene tanta inquina a Bildu. Que se sepa, Bildu rigió los destinos del Ayuntamiento durante una legislatura. ¿Se puede saber qué es lo que Bildu hizo mal para despertar tanto enojo en el PSN? ¿Tan traumática fue dicha experiencia? ¿Acaso lo hicieron mal o peor que cuando gobernó la municipalidad el PSN? Demuestre el PSN que cuando gobernó Bildu el Ayuntamiento de Iruña fue a la deriva y seguro que, entonces, se entenderían perfectamente las razones en las que asienta su rechazo a la coalición abertzale. Eso, o demostrar por vía empírica que, dadas las experiencias municipales del pasado, lo que conviene a Iruña es un alcalde de UPN, cuya actuación, al parecer, vale por dos, la suya y la del PSN.

Hasta la fecha, la única argumentación utilizada para dejar abierta esa posibilidad se basa en el habitual argumento ad hominem, que es una falacia. Que los socialistas del PSN se dejen convencer con los mismos afeites embusteros que la derecha de este país han utilizado en estas últimas elecciones, demostraría que, en el fondo más superficial, no tiene criterios propios o, si los tiene, no quiere usarlos para no enfadar al amo de Ferraz. El PSN sabe que sus argumentos son deleznables, es decir, quebradizos y ayunos de racionalidad pragmática. Primero, porque la etarridad de Bildu es un cuento. Sus votos son tan constitucionales como los de el PSN. Segundo, porque conoce muy bien a los electos de Bildu. Se entendería perfectamente que se los reprobase caso de encontrar en ellos el estigma imborrable de haber cometido algún delito de suma gravedad. Pero, ¿es el caso? De serlo, hace tiempo que estarían en Carabanchel comiendo la sopa boba del Estado.

Lo diré sin más rodeos dialécticos. Al PSN le viene pintiparada la apelación a ETA como lo ha hecho de siempre la derecha. Pero muy mal lo tendría el PSN si tuviera que demostrar que la política municipal y autonómica que llevaron a cabo los políticos de Bildu en el pasado fue un programa al servicio de vete a saber qué paranoia inventada a última hora de la entente vasca ya extinguida.

En cualquier caso, no es la primera vez que el PSN utiliza esta especie de deux ex machina, expresión inventada por Eurípides, para justificar la toma de sus posiciones políticas en este caso y marginar a quien haga falta en la toma del poder. Y lo ha hecho en muchas ocasiones. Recuerdo una de ellas donde, su padre putativo, el PSOE, no tuvo escrúpulos para acusar de comunista a uno de los suyos para echarlo del partido.

El jefe de gobierno de la II República, desde mayo de 1937 a marzo de 1939, fue Juan Negrín, a quien, todavía, en ciertos andurriales de la derecha actual se le sigue considerando como «un servidor de la conspiración comunista a sueldo de Moscú». Pío Moa dixit.

El PSOE, controlado por Indalecio Prieto, lo expulsó del partido en 1946, acusándolo de ser un siervo del Partido Comunista de España y de la Unión Soviética. A Negrín le acompañaron 35 de sus partidarios, entre ellos la villafranquesa Julia Álvarez. Con el tiempo, el PSOE, según la “Resolución del 37 congreso federal PSOE, Madrid 4, 5, 6, de julio de 2008”, reconocería su gravísimo error histórico afirmando que «la mayor parte de las acusaciones dirigidas contra Juan Negrín y sus colaboradores cercanos en el gobierno y el PSOE carecen de todo fundamento (en particular su presunta sumisión a Moscú o el cese, a instancias soviéticas, de Indalecio Prieto del Ministerio de Defensa Nacional) y que el apoyo de Negrín en el partido comunista y en la URSS para organizar una política de resistencia, tras la caída de Barcelona, estuvo orientada a garantizar la salida de mayor número posible de republicanos al tiempo que se preparaban las estructuras para su poyo en exilio». Es decir, que, después de reconocer aquel «gravísimo error histórico», tuvo que, envainársela, y admitir a título póstumo a los expulsados en el partido.

En 1946, el PSOE utilizó la marca comunista para echar del partido a uno de sus más significativos dirigentes y a 35 seguidores. La consecuencia no puede ser más negra y más pesimista. Porque, si aquel PSOE fue capaz de acusar de comunistas a sus compañeros de partido para echarlos del mismo, ¿de qué no será capaz el PSN actual contra quienes, no siendo ni de su propio partido, transpiran «etarridad» en cada uno de sus actos?

Decía Ángel González en sus “Glosas a Heráclito” que «nadie se baña dos veces en el mismo río», o en chino «se mete en el mismo lío, excepto los marxistas leninistas». Menos mal que el PSN no es marxista ni leninista y es de esperar que por esa razón esencial no se tire de cabeza a dicho cauce y se abra la cabeza en canal. Sería, según advierte la etimología de cauce, dar una coz a las aspiraciones democráticas de la ciudadanía.