Iratxe FRESNEDA
Docente e investigadora audiovisual

Del cine a la política

Sin duda alguna, el cine y la política tienen muchas cosas en común. Pasar de ser actor o actriz a formar parte de la familia de un partido no es un hecho novedoso. La política supone, de algún modo, proyectar una imagen personal que debe adecuarse a los planes de comunicación y a los objetivos que se persiguen. Esta imagen no se corresponde, en demasiados casos, con la verdadera identidad del actor-político. Hay quien interpreta su papel como un actor en una película, el resultado es bueno o malo. Diputadas, miembros del parlamento y hasta más de un presidente de gobierno son algunos de los puestos que han ocupado conocidos actores como Arnold Schwarzenegger, Ronald Reagan, Clint Eastwood o Eva Perón. Algo más cerca, Toni Cantó o Juanjo Puigcorbé se han atrevido a figurar en las listas electorales.

El tirón mediático es importante en la carrera de muchos de ellos para su transformación en productos que se venden como personas en las que confiar el rumbo de una sociedad. El activismo es algo que ha formado parte de las vidas de algunos de ellos, como es el caso de la recientemente fallecida Glenda Jackson (1936 Birkenhead-2023 Blackheath). Además de una brillante actriz (ganadora de dos premios Oscar, un Tony y un Emy) fue una política laborista y republicana que se opuso a la invasión de Irak y que dejó claro a Margaret Thatcher que había infligido a Inglaterra un atroz daño “social, económico y espiritual”. En su caso, su actuación política no desentonaba con su vida real.