Floren AOIZ
@elomendia
JOPUNTUA

De comodines y pasados imprevisibles

El pasado, como decían en la Unión Soviética, es imprevisible. Parecía que el paso del tiempo haría más difícil el uso del comodín de ETA, pero hemos descubierto que no es así. Hechos que hace unos años no tenían esa trascendencia (como la presencia en listas electorales de personas condenadas) la adquieren ahora de acuerdo a impulsos políticos que no son nuevos, pero tienen un eco que en otros momentos no lograron. Lo novedoso no es tanto la intención de utilizar el comodín como el éxito obtenido y esto nos lleva a preguntarnos por qué.

La centralidad de EH Bildu en el debate mediático español es sintomática de un tiempo en el que ni Catalunya ni el 15M bastan como exterior constitutivo de los proyectos de restauración del régimen del 78. A fin de cuentas, la transición posfranquista no se hizo contra la dictadura, sino contra ETA, y esa narrativa conforma uno de los estratos sedimentados; recordando a Marx, de ese pasado que oprime el cerebro de las personas vivas.

Como ocurre en otro registro con el discurso de la Reconquista, apelar a la rebelión vasca activa con efecto disciplinante todo un entramado de marcos cognitivos. Quien esgrime el comodín de ETA toma ventaja y puede legitimar o deslegitimar proyectos según su relación con quien es presentado como la encarnación del mal.

Pero esto no ocurre porque el Estado español esté situado en unas coordenadas determinadas, ni por el clima, ni por las corrientes marinas. Sucede porque las élites tienen memoria y saben que es operativo como mecanismo para disciplinar. En definitiva: funciona porque quienes han podido y han debido desmontar este marco no lo han hecho y siguen sometidos a sus efectos. Tal vez este pasado no era tan imprevisible: mientras la izquierda del Estado español no se libere de ese corsé, estará siempre a merced de que los sectores autoritarios lo usen para ponerlos firmes.