GARA
MOSCÚ
MÁXIMA TENSIÓN EN RUSIA

Wagner se retira y el Kremlin dice que Prigozhin se irá a Bielorrusia

La pugna por el poder entre el grupo paramilitar Wagner y la cúpula rusa de Defensa estalló finalmente con la rebelión armada de su líder, Yevgeni Prigozhin, que tomó Rostov y puso a sus mercenarios camino a Moscú. Vladimir Putin tachó el órdago de «traición». Tras horas de máxima tensión y con la mediación de Alexander Lukashenko, Prigozhin anunció la retirada.

Mercenarios del grupo Wagner, en las calles de Rostov del Don.
Mercenarios del grupo Wagner, en las calles de Rostov del Don. (AFP)

Después de horas de máxima tensión y expectación tras la rebelión del grupo paramilitar Wagner contra los máximos responsables de las Fuerzas Armadas rusas, el jefe de los mercenarios, Yevgeni Prigozhin, anunció su retirada para evitar «un derramamiento de sangre» cuando ya se encontraban a unos 200 kilómetros de Moscú, hacia donde se dirigían. La decisión fue tomada gracias a la mediación del presidente de Bielorrusia, Aleksandr Lukashenko, quien, tras recibir autorización de su homólogo ruso, Vladimir Putin, dio garantías de seguridad para los mercenarios. Horas después, Minsk condenó la sublevación, que describió como «un regalo para Occidente».

Posteriormente, el portavoz de la Presidencia rusa, Dmitri Peskov, anunciaba el pacto que consiste en que Yevgeni Prigozhin «se va a Bielorrusia», se retiran los cargos abiertos contra él, los rebeldes no serán judicialmente perseguidos y podrán mantener contratos con el Ejército ruso.

«Ha llegado el momento de que se puede derramar sangre. Por eso, comprendiendo toda la responsabilidad de que se derrame sangre rusa de una de las partes, nuestras columnas dan media vuelta y regresamos a nuestras bases de acuerdo al plan», señaló Prigozhin.

Mientras, persistían los rumores sobre la salida de Moscú hacia San Petersburgo de Putin, quien en una breve intervención televisiva por la mañana arremetió contra Wagner y su líder y otrora aliado, después de que Prigozhin hubiera llamado a un levantamiento contra la cúpula militar tras el supuesto ataque ruso -que el kremlin niega- a uno de sus campamentos.

La tensión de los últimos meses derivada de la lucha por el poder entre el jefe de Wagner y el ministro de Defensa, Sergei Shoigu, y el jefe del Estado Mayor, Valeri Gerasimov, a los que Prigozhin responsabiliza de sus bajas en Bajmut por no darles armas y munición, acabó estallando.

Al anunciar la rebelión, Prigozhin había declarado que mientras Wagner «no tenga en su poder» a Gerasimov y a Shoigu, sus tropas «bloquearán la ciudad de Rostov» y «avanzarán hacia Moscú», tal y como sucedió.

«TRAICIÓN»

Vladimir Putin calificó de «traición» provocada por «ambiciones irracionales e intereses personales» y de «puñalada por la espalda a la patria» el órdago de Prigozhin, que retiró a sus fuerzas de Ucrania, y prometió que serán castigados con dureza todos los implicados. Les acusó de provocar anarquía y una posible capitulación de Rusia cuando se está jugando su futuro, y aseguró que el levantamiento sería sofocado para evitar una guerra civil.

El líder de Wagner, respondió que el análisis de Putin es erróneo, y aseguró que no son «traidores, sino patriotas». La sublevación armada encabezada por Prigozhin supone el mayor desafío contra Putin en los más de 23 años que lleva en el poder y pone a prueba la unidad de los altos mandos de su Ejército.

A primera hora de la mañana, Prigozhin anunció haber tomado «sin un disparo» el control de la ciudad rusa de Rostov del Don, fronteriza con Ucrania, de la sede de la comandancia militar y de su aeropuerto con los 25.000 efectivos con los que llegó desde Ucrania.

Antes de cerrar el acuerdo, se informaba de que los mercenarios de Wagner se encontraban en la región de Lipetsk, tras haber cruzado Voronezh. Desde esta última ciudad llegaron noticias de enfrentamientos y de carreteras cortadas para intentar impedir el paso del convoy, que Prigozhin bautizó como «Marcha de la Justicia» para acabar con la corrupción y la burocracia.

En la carretera que une Lipetsk con Moscú se habían cruzado camiones para impedir el paso de los mercenarios, sobre todo en los accesos a la capital, donde se instalaron controles militares y policiales a la espera de la llegada de las fuerzas de Wagner. El alcalde de Moscú, Sergei Sobyanin, pidió a la ciudadanía que no transitara por la ciudad, ya que habían sido activadas «medidas antiterroristas».

Fuerzas chechenas que luchan en las filas rusas en la guerra en Ucrania se dirigían hacia Rostov del Don, que algunos situaban como escenario de posibles enfrentamientos entre las tropas de Wagner y las de Ramzan Kadirov.

El órdago de Pigrozhin llegó en un momento en el que la contraofensiva ucraniana se encuentra estancada, y la incertidumbre en torno al desarrollo de los acontecimientos tras la marcha atrás de Wagner podría llevar a Kiev a intensificar sus ataques aprovechando la inestabilidad política y militar en Rusia.

Kiev tardó en reaccionar y cuando lo hizo lo interpretó como un colapso del régimen ruso o una guerra civil, y el presidente, Volodimir Zelens