Koldo LANDALUZE
LA FORTALEZA

Juego y fuego cruzado en familia

Para bien y para mal, el director y dramaturgo Chiqui Carabante ha optado por no leventar el pie del acelerador y, aún a riesgo de estrellarse, ha sido coherente y consciente en su empeño por guiar “La fortaleza” hacia los territorios insondables de lo grotesco.

Para ello se ha servido de la complicidad de un reparto coral que se ha prestado gustoso a ser partícipe de una historia macabra y alucinada en torno a un clan familiar que no dudará en autoinmolarse con tal de hacerse con un legado maldito. A pesar de las similitudes que guarda con la vitriólica y mucho más lograda “Puñales por la espalda”, de Rian Johnson, esta comedia tan negra como bufa intenta asumir los reconocibles estereotipos que el genial Berlanga inculcó en su familia Leguineche a la hora de escenificar su trama en un caserón perdido en mitad de los territorios extremeños.

En este entorno yermo topamos con los integrantes de una familia que deberán enfrentarse entre sí en un juego truculento que fue orquestado por el patriarca de la familia y, de paso, descubrir el misterio que siempre acompañó a sus antepasados mientras se oponen constantes pesadillas en su pugna por la codiciada herencia. Fernando Cayo, Goya Toledo, Vito Sanz y Fernando Tejero son algunos de los integrantes de este show lúgubre y desquiciado sobre el que sobrevuela la sombra inevitable de la tragedia. Irregular en su desarrollo, el filme cuenta con algunas situaciones tan delirantes como esperpénticas que logran dibujar en el rostro del espectador una sonrisa cómplice. Ello provoca cierta descompensación en un argumento que se resiente mucho en su aspecto de thriller y que incide en las situaciones accidentadas que comparten unos personajes grises, despreciables y condenados a despeñarse constantemente.