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Israel ataca el sur de Líbano tras acusar a Hizbulah del lanzamiento de un cohete

Un día después del final de sus bombardeos contra el campo de refugiados palestinos de Jenin, Israel atacó el sur de Líbano tras culpar a Hizbulah de lanzar un cohete. Beirut acusó a Tel Aviv de provocar tensión ante la expiración del mandato de la misión de la ONU.

Soldados israelíes junto a la frontera con Líbano.
Soldados israelíes junto a la frontera con Líbano. (Jalaa MAREY | AFP)

Israel atacó ayer el sur de Líbano tras denunciar el lanzamiento desde el otro lado de la frontera de un cohete que impactó en la fronteriza Línea Azul, una linde demarcada por la ONU. El Gobierno libanés condenó el ataque de artillería israelí contra su territorio y le acusó de buscar «tensión» ante la proximidad de la fecha límite para votar la renovación de la misión de paz de la ONU en Líbano, cuyo mandato expira el 31 de agosto.

El Ejército israelí (Tsahal) ha reforzado su presencia en la aldea de Ghajar, en la frontera libanesa, desde donde, según la televisión Al-Manar, que pertenece a la milicia chií Hizbulah, lanzó más de 15 proyectiles de artillería contra un área entre las localidades libanesas de Kfar Shuba y Halta.

El Tsahal confirmó ataques «al área desde la cual se llevó a cabo el lanzamiento del cohete en territorio libanés».

Hizbulah, organización de la resistencia libanesa respaldada por Irán, controla la región sur de Líbano, donde, según Tel Aviv están presentes milicias palestinas, como la Yihad Islámica y Hamas.

El Estado sionista atribuyó a estos grupos de la resistencia el lanzamiento en abril de 34 cohetes desde Líbano a Israel, el ataque de mayor envergadura en la zona desde 2006, año en el que Israel y Hizbulah libraron su última guerra.

OCUPACIÓN ISRAELÍ

Hizbulah había pedido la intervención del estado libanés después de que en los últimos días Israel construyera un muro en la «parte libanesa» de Ghajar, una aldea árabe ocupada por Israel y dividida en dos por la frontera de facto entre ambos países, en un intento de controlar toda la localidad. La mitad de la pequeña aldea, poblada por la minoría alauita, está en manos de Israel, pues forma parte del Golán sirio que el Estado judío ocupó durante la Guerra de los Seis Días en 1967 y se anexionó en 1981.

Israel denuncia desde hace meses la creciente presencia de Hizbulah en la Línea Azul, donde le acusa de haber construido más de 30 puestos militares desde abril de 2022. Asegura que hace un mes instaló dos tiendas de campaña custodiadas por hombres armados en la zona ocupada, de las que solo habría desmantelado una.

El incremento de la tensión entre Líbano e Israel, países técnicamente en guerra, ocurre un día después de que finalizara la operación militar israelí contra el campamento de refugiados de Jenin, en el norte de la Cisjordania ocupada y que ya provocó el miércoles una respuesta de las milicias palestinas de Gaza con el lanzamiento de cinco cohetes.



La operación en Jenin podría constituir un «crimen de guerra»

Expertas de la ONU aseguraron ayer que el operativo militar israelí en el campamento de Jenin, que se saldó con al menos doce palestinos muertos, más de un centenar de heridos y miles de desplazados, además de destruir viviendas e infraestructuras, «podría constituir un crimen de guerra».

Las relatoras especiales Francesca Albanese (Derechos Humanos en los Territorios Palestinos Ocupados), Paula Gaviria Betancourt (Derechos Humanos de los Desplazados Internos) y Reem Alsalem (Violencia contra la Mujeres y Niñas) resaltaron que han sido los ataques más intensos desde la destrucción de ese campo en 2002 y criticaron el argumento «antiterrorista» al insistir en que fue un «castigo colectivo» sobre la población palestina. Incidieron en que los palestinos «tienen todos sus derechos (…) y no pueden ser tratados como una amenaza de seguridad colectiva por parte de la potencia ocupante» y puntualizaron que la operación de Jenin es parte de la «violencia estructural» contra la población palestina. Afirmaron que la «impunidad» de la que goza Israel «solo alimenta e intensifica el recurrente ciclo de violencia».

Por eso, pidieron que Israel rinda cuentas por su «ocupación ilegal» y subrayaron que para que la «violencia implacable llegue a su fin, debe terminar la ocupación ilegal israelí, (…) que no puede ser corregida o mejorada».GARA