Raimundo FITERO
DE REOJO

En tierra extraña

El debate, cara a cara o desafío bajo los focos termales de un plató decorado como si fuera una oficina bancaria no dio mucho de sí. Ni de no. No dio otra cosa que desafecto y hasta vergüenza. Sin contar con que fue un gran aburrimiento con mucha falta de valor político. Insufrible, y lo peor es que uno de esos dos mangarranes encorbatados va a gobernar en el reino de España durante los próximos años. Se enfangaron y no supieron encarrilar unas frases para despertar a los dormidos. Y cada vez que uno de ellos decía ese grandilocuente «los españoles», resonaban por las cavernas y las tabernas voces dolientes, asfixiadas. ¿Quién fue el sabio que aseguró que español es aquel que no puede ser otra cosa?

Las coplas son más eficaces que los pliegos de descargo y, si uno se siente siempre en tierra extraña, es que vive en una estación de paso continua. No sé si sirvieron de algo esas casi dos horas de televisión basura, pero seguro que no ayudó a tener una buena idea de la política y menos de esos dos políticos que no saben salir del círculo vicioso en el que le meten los contrarios. El empanado gallego miente con más cuajo, con más soberbia que el líder del sanchismo. Los supuestos moderadores formaban parte de la mentira global, era territorio ultra.

No se pueden sacar conclusiones, el 23J nos puede dejar el futuro todavía más distorsionado. Hay que luchar o defenderse con el voto. La ilusión parece haberse licuado con el calor. Me queda una sugerencia para los columnistas y asesores, ¿qué tal acuñar «Feijóo, que te vote Guaidó»? Porque el «que te vote chapapote» es muy vulgar.