Koldo LANDALUZE
MISIÓN IMPOSIBLE: SENTENCIA MORTAL-PARTE 1

Espías en un juego de verdades y mentiras

La suma de Tom Cruise y Chris McQuarrie continúa dando notables resultados. Una relación que no solo se ha establecido en parámetros de actor y director, sino que -en el caso de McQuarrie- el cineasta se ha convertido en una especie de consejero personal de Cruise en proyectos ajenos a “Misión imposible”. En lo relativo a esta séptima entrega, “Sentencia mortal-Parte 1”, no solo cumple con creces su cometido de entretener al respetable siendo lo que es, un apabullante espectáculo, sino que ha sabido combinar a la perfección lo viejo y lo nuevo. Es decir, en su engranaje topamos con elementos habituales del cine de espías tradicional -carreras, máscaras, bombas de humo y sincronizaciones de reloj- y cuestiones muy enraizadas en nuestros tiempos actuales, sobre todo en lo relativo a las difusas líneas que separan la verdad de la mentira y en el que la inteligencia artificial puede suponer el enemigo más letal al que se haya enfrentado hasta la fecha el agente Ethan Hunt, “la Entidad”, una IA autoconsciente y evolutiva que tiene la capacidad de torpedear y alterar los más sofisticados sistemas de seguridad del planeta, haciendo que la información sea corrompida y deje de ser fiable.

LOCA Y ESPECTACULAR

Siguiendo las coordenadas de las dos anteriores entregas (‘‘Nación secreta” y “Fallout”), la primera parte de este nuevo díptico es un feroz crescendo en su vertiente de persecuciones y saltos. Todo resulta apabullante y delirante, un carrusel enloquecido y sin frenos resuelto de manera muy eficaz y sorprendente. Los puntos suspensivos llegan a sabiendas de que hay una continuación, pero el guion es tan sumamente eficaz e inteligente como para no dejar al espectador en una especie de “coitus interruptus” y sí legar en él un buen puñado de preguntas que tendrán sus correspondientes respuestas.