Raimundo FITERO
DE REOJO

Esas huelgas parciales

Soñamos tanto y tantos años con una huelga general que acabara con la dictadura franquista, que después, cuando se pudo, hicimos tantas huelgas generales que sirvieron para reafirmar al régimen que sustituía al régimen que queríamos derrocar. O así se podría contar parte de la historia de la huelga como herramienta política que está aceptada de manera absoluta en los ordenamientos con los que nos vamos bandeando en estos días de susto o suerte. Cuando se convocan huelgas de manera reiterada se convierte en una rutina casi decorativa.

Es evidente que existen huelgas que son tan marcadamente intervencionistas en el proceso electoral vigente que no es necesario agarrarse a ningún clavo torcido congelado. Llevamos meses que en diversos ámbitos de la administración de la Justicia se viven huelgas escalonadas. Seguro que tendrán motivos y argumentario suficiente, pero el don de la oportunidad de ese sector tan politizado anula casi todas las razones. Ahora se lanza un mensaje sospechoso, ya que se dice que muchos despachos de abogados han empezado a aplicar ERE debido a la bajada de actividad y de ingresos. Es decir, los que sufren son otros.

Pero hay una huelga esplendorosa, la de actrices y actores de Hollywood, que se une a los y las guionistas, lo que, de entrada, coloca el negocio del entretenimiento audiovisual en una crisis, pues de mantenerse en el tiempo, no habrá nuevas series, lo que colapsará las plataformas, ni se acabarán algunas películas, lo que compromete el inicio de varios festivales internacionales de cine, entre ellos el de Donostia.