Iñaki ZARATIEGI
58. DONOSTIAKO JAZZALDIA

LA TRACA FINAL TUVO NOMBRE DE MUJER

No hay precisamente paridad en el mundo jazzero y colindantes y esa lógica se refleja en casi todos los festivales. Pero quiso el programa que dos mujeres, distantes en forma y fondo artísticos, clausuraran Jazzaldia. Adiós a una edición que, a pesar de la meteorología final, ha vuelto a ser un redondo acierto creativo y de público.

Sobre estas líneas, actuaciones de Rocío Márquez y Bamba Wassoulou. Abajo a la derecha, Joss Stone durante su concierto.
Sobre estas líneas, actuaciones de Rocío Márquez y Bamba Wassoulou. Abajo a la derecha, Joss Stone durante su concierto. (Jon URBE | FOKU)

El cielo deslució la recta final de Jazzaldia y la resistente plaza de la Trinidad retornó a los plásticos contra chaparrones. El festival donostiarra dijo agur con dos mujeres como protagonistas, en la habitual minoría femenina en estas lides. Las pocas féminas han estado representadas por creadoras como la saxofonista Nubya Garcia, la batería Evita Polidoro, la pianista Lucía Rey o las cantantes Elena Setien, Michelle Hendricks, Olana Liss o Sara Dowling.

En el último encuentro del Kursaal, la reconocida cantaora onubense Rocío Márquez propuso el mestizaje de su cantar con la electrónica del programador Santiago Gonzalo “Bronquio”. Ambos presentaron el disco “Tercer cielo”, en un alboroto de bulerías, verdiales, rumba, seguiriyas, garrotín, tonás y otras finas hierbas asomadas al futuro del género.

La jornada final había vivido las últimas citas de San Telmo (el pianista Hakuei Kim), Victoria Eugenia (Bandolero Quartet y Gonzalo del Val) o los recitales gratis al aire libre. Fue el alegre quinteto de Mali, Bamba Wassoulou Groove, quien animó la primera parte de la clausura en la plaza de la Trinidad. Su calurosa invitación a la juerga no pudo ser totalmente africana porque el cielo y sus lloros no estaban por la tentadora labor del grupo bambara.

Y contra los contratiempos meteorológicos bregó también la estupenda vocalista londinense Joss Stone y su amplia banda, que celebraron por todo lo alto sus dos décadas de éxitos con el ampuloso espectáculo “Veinte años de soul”. Una felicitación a la sufrida afición de la plaza para un colofón de lujo en una edición que, lluvias aparte, ha dejado un brillante balance creativo y de público, salvo el discutible pastiche de Village People en el arranque de fiesta.