Alvaro REIZABAL
Abogado
JOPUNTUA

De acabar con el sanchismo a partido de Estado

La noche electoral nos dejó una prueba más de las mentiras de Feijóo: el lumbago que le impidió participar en el debate junto a Sánchez, Yolanda Díaz y Abascal, obligándole a cancelar la agenda de ese día, se curó milagrosamente y en la noche del 23J daba saltitos de pírrico triunfador en el balcón de la sede de Génova (la pagada en B) como si tal cosa. Otra trola que añadir a la larga lista.

Las primeras noticias de las 8 de la tarde, nada más cerrarse los colegios electorales, basadas una vez más en erróneos datos demoscópicos daban al tándem PP-Vox una amplia y cómoda mayoría absoluta que congregó frente a la sede del PP a un buen número de incondicionales para celebrar la victoria y el fin del sanchismo con los habituales piperpoto, muchos de ellos con pollo, es decir inconstitucionales, pero franquistas de pura cepa, que son los buenos. Tampoco faltaba el disc-jockey para amenizar y dar ritmo a la noche triunfal. Pero pasaban los minutos que se iban haciendo eternos, y el paseo militar que se auguraba desde los medios afines no llegaba, todo lo contrario, a medida que avanzaba el recuento se iba viendo que los números no les daban y las caras de alegría autosuficiente se iban tornando en rictus. Y qué decir en la sede de Vox, donde Abascal se resistía a salir a dar la cara ante su debacle.

Salvo sorpresa mayúscula, los resultados no les van a permitir gobernar y todo indica que el futuro del gallego amigo de Marcial desde cuando no había Google no es nada halagüeño. Baste el detalle de la presencia en el balcón de Isabel Díaz, alias Ayuso, vestida de rojo para pasar desapercibida. Y el grito repetido de «Ayuso, Ayuso», mientras Feijóo se dirigía a la peña congregada. Todo espontáneo. Isabel siempre dice que no va a traicionar al líder nacional en estos momentos, aunque quizá sí en otros y se deja querer, mientras Esperanza Aguirre se convierte, junto a MAR, en su jefa de campaña. Pero hay que reconocer que Feijóo ha acabado con el sanchismo: ya no existe, ahora es un partido de Estado.