GARA
BRASILIA

El sicario que mató a Marielle Franco apunta a las milicias bolsonaristas

La omertá en torno al crimen político más grave de la década pasada en Brasil se ha roto. La muerte a tiros Marielle Franco, activista afrobrasileña y concejal por el Partido Socialismo y Libertad en Río de Janeiro, fue perpetrada por milicias parapoliciales de las favelas vinculadas al bolsonarismo, según la delación premiada de uno de los sicarios.

Los padres y la viuda de Marielle Franco junto a una estatua de la concejala muerta.
Los padres y la viuda de Marielle Franco junto a una estatua de la concejala muerta. (Mauro PIMENTEL | AFP)

El crimen político conmocionó a Brasil. Marielle Franco, una mujer afrobrasileña con una historia de resistencia que estaba amenazaba, tenía 38 años cuando fue tiroteada en la noche del 14 de marzo de 2018 como escarmiento por investigar a las milicias parapoliciales asentadas en las favelas. Denunció también los atropellos de la Policía Militar de Río de Janeiro. Su enemigo en el pleno municipal fue el ultraderechista concejal Carlos Bolsonaro, hijo del expresidente. Río de Janeiro estaba bajo una intervención militar comandada por el general Walter Souza, quien cuatro años después fue candidato a vicepresidente en la lista encabezada por Jair Bolsonaro.

Flavio Dino, el ministro de Justicia del Gobierno de Lula da Silva, ha anunciado la primera fisura del pacto de silencio al dar a conocer una parte de la confesión del expolicía Elcio Queiroz, quien estaba al volante del coche desde el cual su amigo Ronnie Lessa acribilló a Marielle Franco y a su chófer en el centro de Río de Janeiro, cuando las cámaras de seguridad estaban desconectadas. «Ya tenemos esclarecida la materialidad del asesinato, podemos decirlo categóricamente», garantizó.

IMPUNIDAD DE LAS MILICIAS

La delación premiada de Queiroz arroja luz sobre el atentado perpetrado con un arma salida de un arsenal del Batallón de Operaciones Especiales, grupo de elite de la Policía Militar de Rio de Janeiro. Declaró que el atentado fue planificado durante meses y contó con mucho dinero.

Estas milicias pueden considerarse como la versión actualizada de los escuadrones de la muerte de la dictadura militar. Surgidos a la sombra del Estado, tomaron el control de decenas de favelas, a donde ingresaron con el pretexto de combatir al narco. Pero una vez establecidas impusieron un régimen de terror del cual sacaron provecho económico con el cobro de la seguridad y el contrato de sicarios.

Cuentan con apoyo político, aval que les da un plus de impunidad. Jair Bolsonaro las exaltó y delegó en uno de sus hijos la condecoración de Adriano da Nóbrega, uno de los milicianos más temidos y mejor pagados del país.