Nora FRANCO
DONOSTIA

Seducidos por la música inglesa

El tenor Francisco Fernández-Rueda.
El tenor Francisco Fernández-Rueda. (Michal NOVAK)

Tiene la música británica de finales del XIX y principios del XX algo especial que la aleja de todo lo hecho en el resto de Europa. Heredera tardía del Romanticismo e impermeable a las pasiones desbordadas que llegaban del continente, la música británica mantuvo ese estoicismo victoriano, esa aspereza de los afectos tan inglesa que le da ese carácter particular. Con un programa titulado “From far, from evening and morning”, tomado de uno de los versos de la obra “On Wenlock Edge” de Ralph Vaughan Williams y pieza central del concierto, un inusual sexteto de cámara -formado para la ocasión- presentó el pasado domingo un repertorio inglés de hipnótica belleza.

Comenzó la velada con tres canciones de Vaughan Williams para tenor y piano, pequeñas piezas de juventud de aparente sencillez pero de gran riqueza, que el tenor Fernández-Rueda, sólidamente acompañado por la pianista García de Salazar, cantó con -tal vez demasiada- determinación. Con gran proyección, el tenor sevillano cantó con dicción clara y cuidada articulación. Las siguientes tres piezas de la compositora hispano-británica Teresa del Riego, de carácter más dulce, permitieron disfrutar de los graves carnosos del tenor, así como de los bellos pianissimi, un poco afeados por una emisión a veces demasiado directa e intensa.

Tras estas canciones ofrecieron dos obras para cuarteto de cuerda, formado por las tres integrantes del Trío Nacedo -L. Sierra, I. Moreno y C. Muñoz- acompañadas y dirigidas por el violinista Andoni Mercero. “Novelletten para cuarteto de cuerda” de Frank Bridge es una pieza de carácter que abarca numerosos talantes, colores y tempo sin perder la unidad. De aire postromántico, destacaron los fraseos y la amplitud de dinámicas del cuarteto, así como las ajustadas secciones en pizzicato. La otra pieza, de Elizabet Maconchy, presentó un lenguaje completamente diferente, mucho más contemporáneo. Alumna de Vaughan Williams, esta pieza tiene, sin embargo, más influencia de Bartók o Janáček. El cuarteto lució empaste y dominio, que fue efusivamente reconocido por el público.

La última y más notable obra, “On Wenlock Edge”, con versos de Housman, reunió a los seis intérpretes en una composición que plasma la trascendencia del ser humano y la brevedad de la vida. De recogidas y delicadas atmósferas, magníficamente interpretadas, resumió con intensidad la arrebatadora belleza de la música inglesa.