Raimundo FITERO
DE REOJO

Una incipiente tendencia

Insistamos en la obviedad: África no es un país. Es un continente que está en evolución y donde todavía quedan residuos de una descolonización realizada por los colonizadores para mantener sus intereses estratégicos y económicos con el apoyo a regímenes tutelados y colocando a gobiernos títeres. Cada país tiene sus circunstancias, pero resulta que hay demasiados recursos minerales en su suelo que están en estos momentos siendo explotados por sociedades de las antiguas metrópolis o, en su defecto, por empresas que son instrumentos de otras potencias mundiales.

La convulsión política, las guerras llamadas tribales desde la Europa paternalista y fiduciaria, tiene sus orígenes en esos tiempos en los que unos virreyes con un cartabón trazaron fronteras, forzaron farsas descolonizadoras bastante contradictorias y mantuvieron ciertos privilegios coloniales. En cuatro años han existido diez golpes de Estado en diversos países, en unos meses dos en el ámbito francófono, Níger y Gabón, quienes han tomado el poder por las armas lo primero que hacen es nacionalizar todos los recursos y se enfrentan a Francia, que entra en una espiral de desgaste tremendo.

Pero si atendemos a lo que vemos y leemos, tanto Rusia como China, tienen fuertes inversiones en diversos países del continente, cuando vemos las crisis migrantes, es fácil comprender que esas personas vienen de países africanos, en una competición de fútbol o de cualquier otro deporte, la presencia de atletas de procedencia africana es exuberante. ¿No estaremos ante una clara tendencia auténticamente liberadora en estado incipiente?