Germán GARCÍA MARROQUÍN y Ana Elena ALTUNA LARRAÑAGA
Ongi Etorri Errefuxiatuak
KOLABORAZIOA

Defraudadores, rateros y agitadores del odio

Cantaba Rubén Darío, a su manera, en “Cantos de vida y esperanza”: «Mientras tenéis, ¡oh negros corazones!,/ Conciliábulos de odio y de miseria,/ el órgano de Amor riega sus sones».

En los últimos días de agosto, un conocido agitador del odio hizo correr en redes sociales fotografías de las fichas policiales de jóvenes detenidos por la Policía Municipal o la Ertzaintza durante la Aste Nagusia de Bilbao. Grave nos parece el uso de las redes sociales para agitar el odio y aplaudir la justicia del ojo por ojo. Pero muy grave es, en el caso que nos ocupa, la existencia de miembros corruptos en los cuerpos policiales de nuestra ciudad que suministren, de manera ilegal, documentación reservada para que sea utilizada para la propagación del odio. Son policías corruptos que cometen actos delictivos en beneficio propio, de su ideología racista o de su propio bolsillo.

Es preciso desenmascarar a estos propagadores de la xenofobia que dicen basar su rechazo en el hecho (innegable) de la existencia de rateros, algunos de ellos de origen extranjero, que aprovechan el tumulto de las fiestas para realizar una actividad delictiva, el hurto, que, por supuesto, genera rabia en quien lo sufre. ¿A quién no le da rabia que le birlen la cartera o el móvil?

Decimos desenmascarar porque estos policías corruptos y agitadores del odio no pretenden combatir el daño que nos provocan estos hurtos. Sufrimos daños económicos de mucha mayor cuantía por parte de otros agentes que no son combatidos en estas páginas del odio. Más bien pareciera que tratan de desviar la atención de la sociedad para que considere su enemigo a algunos sectores de personas emigrantes. Curiosamente no lo hacen con las y los delincuentes que operan en el seno del sistema económico causante de la precariedad de tantísimas personas.

La dimensión de los millonarios impuestos eludidos a Hacienda al 31 de diciembre de 2022 alcanza nada menos que la cifra de 15.212 millones de euros, ese es el importe de la deuda de quienes deben más de 600.000 euros, 5.067 empresas y 1.009 particulares.

Quienes dicen alarmarse por los rateros y no prestan atención a estos grandes defraudadores parecen más bien colaboradores de estos últimos poniendo un señuelo para confundir sobre quién crea el mayor perjuicio al bien común.

Por nuestra parte, nos preocupan además los delitos cometidos por los cuerpos policiales de Bilbao. Es de suponer que el autor o autores de estos delitos se sienten protegidos por el anonimato o por el corporativismo o, lo que sería peor, por la impunidad. Esperamos que no sea el caso y conozcamos en los próximos días que la Policía Municipal de Bilbao y/o la Ertzaintza han depurado de sus filas a estas funcionarias y funcionarios corruptos y racistas.