El cineasta Amat Vallmajor del Pozo debuta con una distopía escenificada en una Euskal Herria postapocalíptica y en la que dos hermanos deben partir a una misión a Marte con parada obligada en Catalunya. Su historia apuesta por lo surreal para de relatar una inusual road movie en la que un arqueólogo vasco en paro recibe el encargo de un peritaje en Marte. Con su hermano Gene al volante, inician su ruta en Eibar. La frágil salud de Gene y una bruma tóxica que aparece misteriosamente, los hace desviarse del camino y acudir en busca de su hermana. Con esta premisa asistimos a una odisea nada espacial y sí muy lisérgica en la que gravitan secuencias en un blanco y negro descarnado que rememoran las primeras producciones independientes. Todo ello dentro de un cóctel minimalista en el que, además, topamos con un tono paródico relativo a los miedos y paranoias derivadas de una pandemia que los protagonistas parecen vigilar a través del retrovisor. A pesar de que pueda indicarnos que estamos ante una rareza experimental, que lo es, el filme se encarga de no derivar hacia el sinsentido. Todo lo contrario, por que en esta misión marciana el resultado es terrenal y tan reconocible como los acordes de Hertzainak que acompañan el metraje. Unos sonidos muy oportunos si se tiene en cuenta que uno de sus protagonistas, Gerardo ‘Gene’ del Pozo, fue miembro fundador del grupo y autor de letras como “Ta zer ez da berdin”.