Raimundo FITERO
DE REOJO

Destellos en la oscuridad

Los que intentan marcar el paso a la realidad informativa se están petrificando en su propia parodia. Las calcomanías refractarias de las españolidades recalcitrantes no logran adherirse ni con silicona en los azulejos de las cocinas de carbón ni en los lavabos con cordelito para desaguar. Son anacrónicos y subsidiarios, estúpidos e involuntarios notarios de autentificación de una supuesta amnistía que acaban de petrificar. Eso sí, tienen agentes propagandísticos que se suben a la higuera creyendo que es una parra.

Es insufrible digerir la metodología informativa establecida por los intermediarios para ofrecer imágenes y opiniones sobre el conflicto entre Israel y Palestina. Algo anida en mi retorcida cavidad analítica postmarxista: La insistencia en señalar que el Mossad no sabía nada del ataque de Hamás me parece un auténtico dislate. Los servicios secretos son poliedros de imposible escudriñamiento. Vamos a ver en qué acaba todo esto además de la terrible tragedia de cientos de muertos y la destrucción de todo el territorio de Gaza, como anuncian. Ahí veremos si sabían algo o lo propiciaron.

Por eso debo agarrarme a dos productores de frases que me estallan en el cóctel de resentimientos con el que desayuno. El exministro griego Yanis Varoufakis asegura que vivimos en una etapa “tecnofeudal” y me da para horas de comedura de coco que se amplían hasta el paroxismo al leer al filósofo coreano Byung-Chul Han decir que los consumidores intrépidos del primer mundo no somos otra cosa que el órgano sexual del capitalismo. Entro en estado de ingravidez argumental.