Joseba ITURRIA
Elkarrizketa
PeiO GOIKOETXEA
Corredor del Euskaltel-Euskadi

«Quería ser ciclista y lo he sido por cabezón, sacrificando muchas cosas»

El ermuarra afincado en Orereta comunicó la semana pasada su decisión de abandonar el ciclismo profesional a los 31 años al no poder compaginarlo con su paternidad tras el nacimiento de su hija Amets el 15 de marzo. Se despide de la carretera, pero desde este fin de semana empezará a competir en el calendario de ciclocross porque no deja de ser ciclista.

(Indomit Visuals | FUNDACIÓN EUSKADI)

Peio Goikoetxea destaca que ha sido ciclista por cabezonería, que lo llevó a recalificarse tras pasar con el Postobón en 2016 y a seguir con un riñón tras anunciar que la enfermedad lo obligaba a dejar la bicicleta pocos meses después de que Landa lo llamara para formar parte del equipo continental de la Fundación Euskadi en 2018.

¿Por qué decide dejar el ciclismo profesional?

La vida me ha puesto en esta situación. Quería seguir en bicicleta, el año pasado sabía que iba a ser padre y mi intención era compaginar la paternidad con ser ciclista, pero la realidad me ha dicho, o que no tengo el nivel o que no puedo gestionarlo, y he priorizado a las de casa y buscar un trabajo más acorde a mi situación. Estamos en un ciclismo de números y he sido un ciclista que no he tenido números. He salido adelante por saber correr o por ser más ciclista, pero ahora, si no tienes números, no puedes estar adelante y no puedes hacer otras cosas bien.

Su camino no ha sido fácil.

Hice mi primer año élite en AMPO, pasé al Postobón colombiano, volví al AMPO y tras mi tercer año élite en 2017 salió el Euskadi con Mikel Landa. Muchas veces he dicho que sigo en el ciclismo porque he querido yo, porque el ciclismo me ha dejado muchas veces. Me recalifiqué, en 2018 tuve la lesión... Mi instinto me ha llevado a seguir. No ha sido el camino más fácil, pero sí un camino bonito del que estoy contento. Quería ser ciclista y lo he sido por mi cabezonería, sacrificando muchas cosas y he estado seis años en Euskaltel. Quién le iba a decir al chavalillo que iba a ver el Tour que haría seis años de naranja.

AMPO y Mikel Gaztañaga han sido claves al hacerle un hueco en 2015 y al final de 2016 y 2017, que no es normal fichar ciclistas de tanta edad.

Sigo teniendo relación, son la gente con la que más hablo, muy buenas personas. He pasado dos veces a profesionales con Mikel Gaztañaga de director, siempre me ha apoyado, ha creído en mí. Cuando dejé Postobón mi idea era hacer un año de amateur y quedarme tranquilo porque no corrí muchas carreras. Tenía la sensación de que aún tenía ciclismo, que podía ayudar a los chavales y me salió un año muy bueno. Dominé la categoría, me marchaba cuando quería. No gané muchas carreras porque no guardé para disputarlas, corría para disfrutar, pero en verano gané en la Vuelta a Segovia y el Campeonato de Euskadi, que me facilitó pasar con la Fundación Euskadi.

Lo llama Mikel Landa.

Estaba viendo a un amigo en el triatlón de Zumaia con un helado. Su llamada ha marcado mi carrera. M;e dijo que le había dado mi número Amets Txurruka porque solía entrenarme con él y le habló bien de mí. Me dijo: ‘Si has ganado en el Santuario de Oro en mi pueblo en el campeonato de Euskadi, tienes que estar en mi equipo’. Gracias a eso he hecho mi camino, me han salido las cosas insistiendo y estoy muy agradecido por todo.

Y tuvo que superar que le extirparan un riñón en 2018.

Había hecho un 2017 muy bueno, pero en la pretemporada de 2018 no podía estar en forma. Paré tras correr en marzo Tro Bro Léon porque terminaba muy mal las carreras. Fui al hospital a hacerme pruebas porque me dolía todo el cuerpo. Fue otro momento que piensas que es el final como con Postobón, como al final de 2017 cuando creía que no iba a pasar. Te quitan un riñón y se me hizo la bola muy grande.

Llegó a anunciar en agosto de 2018 que dejaba el ciclismo...

No sabía cómo actuar ni qué iba a pasar. Los médicos en principio dijeron que lo iba tener muy complicado y por eso saqué el comunicado. Estaba muy enfermo, pero fue operarme y me sentí sano, tenía ganas de hacer de todo, estaba bien. Desde entonces mi rendimiento ha cambiado a un ciclista menos explosivo, pero no he tenido problemas, he hecho vida normal. Sobre todo en ese momento estoy agradecido a la Fundación. Dijeron: ‘si crees que puedes seguir, tienes un hueco en el equipo’.

Mi cuadrilla han sido mis compañeros, con los que más relación he tenido. Por eso al despedirme hablaba de mi familia naranja, han sido con los que he compartido el día a día. Los últimos años con Mikel Iturria es con el que más he compartido entrenamientos, pero me dicen que Maialen es mi novia y Mikel Bizkarra mi novio, porque hemos hecho un montón de concentraciones juntos. He estado con él más tiempo que con los de casa. Es otra buena persona que he encontrado en el camino.

Porque no ha sumado un punto UCI, pero siempre ha sido muy valorado en el equipo.
Nunca he sido un escalador, me he tenido que buscar la vida en otros terrenos y mi rol siempre ha sido el de gregario. Se me daba bien ayudar a los compañeros, mi protagonismo ha sido buscar escapadas y premios secundarios. He tenido que estar en una forma lineal toda la temporada para ir rellenando huecos y cumplir casi siempre con mi trabajo. En ese rol he estado bien seis años y lo han valorado pese a no lograr ningún resultado. Nunca me he quejado por nada ni he generado una dinámica negativa. Siempre he aportado algo en positivo. Mi gasolina ha sido el respeto que me tenía el equipo, lo que agradecían lo que hacía por ellos dentro y fuera de carrera. Es lo que me ha llenado, es el motivo por el que me da pena dejarlo. Todos los días al llegar al autubús de uno en uno me han dado las gracias por quitarles el aire, por subir bidones o por cerrar un hueco.
¿Cómo ve el ciclismo actual con la pelea por los puntos?

Se ha complicado mucho. Todo es más competitivo y es uno de los motivos por el que lo dejo. El nivel que exige ahora la competición por los puntos y todo te obliga a dedicarte al 100%. Los equipos World Tour van de carreras a concentraciones en altura y no puede competir con ellos una persona como yo que sale a entrenarse a la mañana y está a la tarde con la niña. Tampoco tengo números y se ha complicado muchísimo la labor del gregario con los puntos. Si antes íbamos a la escapada casi todo el equipo, ahora vamos dos porque los demás se reservan para sacar puntos. Para un gregario debes tener un líder muy bueno si no sacas puntos.

¿Qué balance realiza de su vida como ciclista profesional?

Muy bueno. Dejo el ciclismo muy tranquilo porque he hecho lo que me ha pedido el cuerpo, lo que me ha gustado desde que era niño. Quería ser ciclista, he conseguido serlo y con 31 años me voy contento. Es un privilegio. Mi idea hasta diciembre es disfrutar en las carreras de ciclocross, del ciclismo que más me gusta y aprovechar que he sido profesional hasta ahora, que estoy fino y en forma. Tengo la intención de correr ciclocross todo el invierno desde este fin de semana en Medina de Pomar y Villarcayo, y luego sentarme y ver qué hacemos. Profesional no voy a ser, pero ciclista lo seré toda la vida y ciclocross correré más de una temporada. No sé a qué nivel. Me gusta mucho y se me daba bien al inicio: subcampeón de España cadete y junior tras Jonan Insausti, fui a un Mundial.